Desconfianza general
Desde hace muchos meses sueño con la posibilidad de escribir un libro sobre la “cultura en el mundo de hoy”; quiero decir acerca del carácter de la convivencia en nuestra época. Por supuesto, ese volumen de ensayos no pretenderá abarcar “todos los aspectos” del estilo de vida contemporáneo; deberá conformarse con examinar los “rasgos distintivos” que diferencian estos tiempos de los de nuestros abuelos. Como cualquier teoría, tocará la realidad en algunos de sus puntos. Su autor sólo puede aspirar a que esos puntos sean “esenciales”, como se decía antiguamente. Para que un proyecto llegue a cumplida realización es necesario un largo trabajo.
De lo contrario, esos propósitos van a parar al enorme almacén de las buenas intenciones frustradas. Gracias a Dios, los escritores son “monomaniacos” sin tratamiento psiquiátrico. Hace muchísimos años “me cogió” con la idea de escribir notas sociográficas para una teoría de la sociedad dominicana. De ahí salió mi libro “Un ciclón en una botella”. Cada uno de mis libros ha consistido, primariamente, en una obsesión temática. “La feria de las ideas” fue una pasión por la poesía y el pensamiento filosófico en la lengua española. Mi país y mi lengua materna son, obviamente, dos cosas fundamentales para mí; como ciudadano y como escritor.
Cuando redacté esos escritos era joven y fuerte, no sentía temor por las enfermedades que siempre amenazan a los viejos y entorpecen o retrasan sus proyectos. Felizmente, con los años, el hombre se vuelve más disciplinado y compensa así otras limitaciones. Unos cuantos viejos logran “rendimientos” mucho mayores que cuando eran jóvenes. Pero todos deben, como reza el refrán, sacar fuerzas de flaqueza. Desde luego, ningún libro sobre la sociedad, la lengua o la cultura, alcanza plena terminación, pues son tres “realidades en marcha”.
Sin embargo, me parece que una de las notas más relevantes del mundo de hoy es la desconfianza general. He escrito el día de Nochebuena que la gente no confía en los políticos, ni en los banqueros, sacerdotes, policías, farmacéuticos. No hay ninguna filosofía vigente, ninguna magistratura que inspire respeto. No creemos en la equidad de los jueces; ni siquiera la abundancia de dinero logra seducirnos; aguantamos el poder de “los capos” sin apreciarlos. (2013)