“Después de la Independencia y la Restauración, la acción de mayor trascendencia fue esa guerra”

“Después de la Independencia y la Restauración, la acción de mayor trascendencia fue esa guerra”

“El 14 de Junio fue la primera, mejor y mayor fuerza civil organizada que tuvo la Guerra de Abril de 1965”.

Lo afirma Rafael Francisco Taveras Rosario (Fafa), jefe militar de esa avanzada en la que contó con el apoyo de Juan Miguel Román, ambos escogidos por considerarlos los menos irritantes en momentos en que el partido se encontraba inmerso en una crítica división interna.

Había estado en la clandestinidad, listo para viajar a la Unión Soviética, abandonando sus estudios de Derecho.

Ellos, Juan B. Mejía y Jimmy Durán, se reunieron el 25 y salieron a ordenar a su gente armarse, distribuirse. El comando estaba en la José Gabriel García. “Ocupamos la casa de los Vargas”, expresa Fafa, fogoso orador en el conflicto. Delgado, esbelto, se le observa impetuoso en improvisadas tribunas.

Estaba en el Palacio Nacional cuando lo ametrallaron aviones de San Isidro. Luego en el puente Duarte donde un capitán del Ejército montado en un tanque proclamó que se formaría una junta militar. Indignado, detuvo una guagüita anunciadora que Norge Botello le ayudó a abordar para usar el micrófono y ordenó a Luis Parrish que se mantuviera donde él lo viera, con el fusil a distancia. “Si bajo la mano, es para que le dispares”, exigió.

Ahí surgió la consigna “¡Junta militar no, Constitución sí!”, narra. El oficial y su tropa huyeron abandonando el carro de combate que Fafa llevó al comando. “Fue la primera manifestación que nos estimuló a una participación unificada y clara”, expresa.

La imagen de Donald Reid era la de un hombre derrotado que no sabía qué hacer, comunica el entonces joven de 27 años. Nació el 21 de noviembre de 1938, en San José de Conuco, hijo de Juan Antonio Taveras y Altagracia Elcira Rosario.

Su compañero fue un Fal con el que recorrió la parte alta incorporando las masas a la guerra.

El 26 “barrimos con todos los pequeños cuarteles buscando armas, confrontando unidades de San Isidro que penetraban a la ciudad”.

Al día siguiente, añade, alguien diligenció un encuentro con el embajador norteamericano tratando de mediar y este contestó arrogante que los revolucionarios debían entregarse porque San Isidro había ganado. “Francis Caamaño, arremangándose la camisa dijo: ‘los que quieran morir con honor acompáñenme al puente”. Allí militares del CEFA “tiraron cañonazos, ametrallaron desde sus aviones y cruzaron como con 13 tanques que la gente comenzó a quitarles cuando llegaron a la escuela Perú. Cogimos 11. A pesar de la versión de los americanos, los derrotados fueron sus patrocinados”.

Caamaño y él se encontraron en el comando de la Pina. El líder comía con la mano un plato de yuca con salchichón que dejó para abrazarlo. “No tuvimos que decirnos nada, de ahí surgió una amistad que venía del puente”.

Lo había conocido cuando a Andrés Ramos Peguero, acusado de matar a un policía le pasaban causa y Fafa se le acercó. Caamaño se interpuso, empujándolo. Después, en un acto de solidaridad con Cuba, el oficial y sus cascos blancos le arrebataron la bocina por la que hablaba persiguiéndolo por la azotea del local del 14 de Junio.

SITUACIÓN DE PÁNICO

El júbilo se desvaneció el 28 de abril, “ante el desembarco de 500 marines norteamericanos. La repercusión fue deserción en las filas nuestras, tuve que ordenar a Guillén que no dejara salir a nadie de la zona”. La injerencia “estrechó los vínculos entre los militares constitucionalistas y nosotros”, significa mencionando a Juan Lora Fernández, Manuel Núñez Nogueras, Manuel García Germán, José Noboa Garnes, Héctor Lachapelle.

La toma de la fortaleza Ozama “convocó a los militares y al 14 de Junio, Juan Miguel y yo, al frente de 10 brigadas dirigidas por catorcistas, el pueblo nos cercaba”.

Mandó a derribar un francotirador que disparaba desde la Catedral y desafió el ametrallamiento desde un avión. Fafa, astillero, entró a un tanque que Amaury Germán y Homero Hernández escalaron por fuera resultando lesionados al primer cartuchazo. Claudio Caamaño participó en esa acometida en la que Fafa Taveras logró entrar a la fortaleza, encontrando solo a un oficial que le disparó y él le respondió con un balazo. Preguntó por los asesinos de las Mirabal y le informó que escaparon en la noche.

“Mandé a ese oficial al hospital Padre Billini, luego fui a visitarlo. Nos mostraron las armas y sacamos 23 en un jeep”. Veintisiete policías habían sido detenidos y llevados al comando y después al Palacio de Justicia encomendados a Picky Lora, asistente de Fafa, ordenándole: “¡El que no respete nuestra palabra, morirá. La guerra no es para jugar!”.

Del cerco de los invasores que dividió la ciudad opina: “Ellos minaron eso, establecieron controles de entrada y salida y tropas del CEFA para una ofensiva que acabó con la zona norte y en la que hubo cientos, tal vez miles de heridos y muertos”.

Una emisora constitucionalista mantuvo la fusión “entre la población y nosotros; eso decidió que no podíamos rendirnos, pasara lo que pasara”.

Planificaron ataques en los pueblos. El más desafortunado fue en San Francisco de Macorís, “donde decenas de combatientes nuestros pagaron caro. En Ocoa y Azua se intentó con Jimmy Durán y Arsenio Ortiz, resultando muerto Arsenio”.

Crearon la academia militar que tuvo como instructor a Noboa Garnes y Amín Abel como administrador.

A la llegada del coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez lo visitó con Juan Miguel y Fidelio “y él nos recibió en el edificio Copello, sentado en el suelo, muy humilde”. “Se propuso asaltar el Palacio creyendo que era fácil…”. “Tolingo”, Rodríguez Lozada, Orlando Sánchez y Fafa se convencieron tras penetrar al “cordón” de que no había condiciones para esa acción.

Juan Miguel y Fernández “cayeron uno sobre el otro con el fuego cruzado. Los yanquis los mataron. Fue un estremecimiento, la tristeza era terrible”. Pero había que levantar el ánimo.

JEFE SOLITARIO

Esteban Díaz Jáquez era el enlace entre Fafa y el Presidente, quien en medio de las hostilidades pudo disfrutar de un nutritivo filete y vino que le ofreció “Vittorio”, de “El Cesare”, servidos por él, Amaury Germán y Moisés Blanco Genao.

“Desarrollé la característica de no crear camarilla; era casi un solitario, tenía una visión contraria al MPD y al PCD. Muerto Juan Miguel, quedé como jefe político y militar de la guerra”.

El partido, asegura, fue responsable de que la zona no se convirtiera en espacio de depredación.

Caamaño le encargó eliminar la corrupción en la Aduana. Él, Chino Bujosa y “Pití” Howellemont se hicieron cargo. Teresa Espaillat, Sagrada Bujosa, “Conchita”, Mariana Cruz, colaboraron en esa tarea. Magaly Pineda, esposa de Fafa y madre de sus hijos Syra Leonor, Rafael Francisco y Marcel Victoria, se encargaba de la comida y la comunicación. Lograron acceder a la Compañía de Teléfonos. “Nuestro papel era también de Inteligencia”, expresa.

El 14 de Junio no asistió a las negociaciones con la OEA. “Eran una capitulación en el sentido de ordenar, diciendo que eran una ofensiva de paz cuando, en realidad, fueron una imposición”.

Para Fafa, la revolución fue “el proceso más grande por la democracia”, demostró que “la gente es capaz de enfrentarse a cualquier dominio cuando se identifica con un propósito. Después de la Independencia y la Restauración, la acción de mayor trascendencia fue esa guerra”.

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