Para alcanzar la excelencia y la confianza pública en el sistema de justicia se necesita que los jueces además de íntegros, sean independientes e imparciales, y que su responsabilidad ética sea homogénea.
En ese planteamiento coincidieron ayer el presidente del Poder Judicial (PJ) Luis Henry Molina, y el argentino Armando Andruet, director internacional de la Cátedra de Ética Judicial “Manuel Ramón Ruiz Tejada”, en la apertura del “Diálogo con la Comisión Iberoamericana de Ética Judicial (CIEJ)” que se lleva a cabo en el país.
En su discurso de apertura Molina dijo que “es una prioridad” de gestión y un compromiso la transformación del sistema de justicia, y que en las prácticas los operadores ajusten sus comportamientos y conductas de integridad.
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Resaltó que la ética ha sido siempre esencial para ponderar el rol de la judicatura en cualquier Estado de derecho que se precie de serlo, y afirmó que es parte de ella “asegurar que en los tribunales los casos se conozcan a tiempo, observando los plazos legales”.
El también presidente de la Suprema Corte de Justicia (SCJ) sostuvo que para el Poder Judicial “es de altísima prioridad “el compromiso con la transformación del sistema de justicia.
Un buen juez
Para Andruet, primer orador, el concepto de “buen juez” supone un proceso permanente de transformación en el ejercicio y en la realización de lo que se hace.
Dijo que “un buen mejor juez” nunca está satisfecho con lo que hace sino que siempre aspira a mejorar y, si ve que no lo hace, es porque está perdiendo su “énfasis” por el compromiso de la función judicial.
“Un poder judicial debe aspirar a la excelencia en el sentido de la objetividad respecto a los comportamientos públicos , comportamientos privados con trascendencia pública que tiene todo el colectivo judicial”, puntualizó.