El crimen del niño Gabriel Cruz fue expuesto durante un juicio público, donde un jurado popular declaró culpable de asesinato con alevosía a la dominicana Ana Julia Quezada, quien podría ser sentenciada a la prisión permanente revisable, máxima pena en este país.
Durante los días que duró el juicio, Ana Julia, mostró un físico diferente al que tenía cuando asesinó al menor de 8 años de edad, dejando atrás su pelo corto, crespo, por una media melena lacia, sin los espejuelos gruesos, y vestida de blanco, en un intento de suavizar su imagen de cara al jurado y a la gente de la calle, que la aborrecen.
Francisco Torres, abogado de la familia de Gabriel Cruz, definió a Ana Julia como una mujer malvada, sin escrúpulos, que se había ensañado contra el niño, a quien podría haber salvado con reanimación, pues el menor estuvo vivo durante casi una hora.
Luego de asfixiarle con las manos, Ana Julia tomó una pala y cavó un hoyo, donde enterró a Gabriel, en el exterior de la finca en la que le quitó la vida. Días después llevó a la tía del niño a ese mismo lugar, para que le ayudara a poner unos tablones encima del hueco que había tapado con tierra.
Habían pasado unos diez días, cuando la fría y manipuladora de Ana Julia, notó que la policía sospechaba de ella, entonces, volvió a la finca a desenterrar al pequeño, sin sospechar que la policía la estaba grabando, y que además le habían colocado micrófonos dentro de su auto.
Ana Julia tomó el cadáver de Gabriel y lo introdujo a su vehículo mientras ella misma se decía: “No te preocupes, Ana Julia, que tú no irás a la cárcel”, e insultaba al cuerpecito sin vida del niño.
La asesina, quien durante un tiempo ejerció la prostitución, era novia del padre de Gabriel, y supuestamente odiaba al niño y a su madre, por quienes sentía celos.
El caso está llegando a su fin, y un juez dictará la sentencia final en contra de esta cínica mujer que asistió a la audiencia con pantalones “jeans mecánicos” rotos, como una burla a la justicia, a los padres, familiares de su pequeña víctima, y a quien la madre de Gabriel le dijo, mirándola a los ojos, que era mala, malísima, diabólica.