Estas reflexiones fueron publicadas hace varios años en este periódico, pero por su gran importancia las he querido repetir en esta memorable fecha, sobre todo, porque estos acontecimientos no son recogidos ni tratados por nuestro sistema educativo, pues ninguno de los pasados ministros de Educación ha mostrado interés ni preocupación para que las presentes y futuras generaciones los conozcan. Desgraciadamente esta indiferencia se debe a que después del ajusticiamiento de Trujillo y de ser decapitada su dictadura, hoy la Junta Central Electoral haya decidido resucitar, con el reconocimiento del Partido Esperanza Democrática, presidido por José Ramfis Domínguez Trujillo, nieto del dictador, cuyo nombre es de funesta y nefasta recordación, pues todavía están abiertas las heridas, provocadas por las crueles y sanguinarias órdenes de fusilamiento y desaparición de los que ajusticiaron al tirano, impartidas por su hijo Ramfis Trujillo.
El 14 y 20 de este mes de junio se cumplen 64 años del arribo a nuestro país por Constanza, Maimón y Estero Hondo, desde Cuba, de los miembros de la expedición armada conocida como la “Raza Inmortal”, cuyo objetivo era derrocar la tiranía de Rafael Leónidas Trujillo Molina, el cual sometió a la nación por casi 31 años a la más férrea, cruel, vil y sanguinaria de las dictaduras y de cuyo ajusticiamiento, llevado acabo por un grupo de hombres valientes y decididos, se cumplieron 62 años el pasado 30 de mayo.
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A pesar de que fueron derrotados en el terreno militar, no ocurrió así en el terreno patriótico y moral, pues la sangre derramada por ellos no fue en vano, ya que sirvió como abono y caldo de cultivo para acelerar su ajusticiamiento y el derrocamiento de dicha dictadura. Aunque han pasado muchos años de ese acontecimiento histórico, ejemplo de heroísmo, patriotismo, dignidad, sacrificio, tenacidad y valor; de que muchos hombres y mujeres valiosos cayeron y ofrendaron sus vidas en procura de lograr un país libre y democrático, hoy apenas contamos con una “democracia” en transición, deficiente y carente de respuestas y soluciones a los problemas sociales básicos inmediatos.
Aunque hemos avanzado en muchos aspectos materiales, todavía tenemos una gran deuda social acumulada con los héroes y mártires de la “Raza Inmortal” y con los miles de dominicanos y extranjeros que abonaron con su sangre el suelo patrio; con los que fueron perseguidos, apresados, torturados, desaparecidos o desterrados, tratando de liberar a este país de las garras del dictador.
El grado de desarrollo de un país no se mide por altos índices económicos y financieros, muchas veces irreales, incluye otros factores no menos importantes: el desarrollo humano sostenido, una educación y salud integral, de calidad; seguridad jurídica, social y ciudadana; disminución de la pobreza, políticas de viviendas, agua potable y energía; disminución de la deuda externa y de la exclusión social. Además, una justicia independiente; el respeto de los recursos naturales y al medio ambiente; protección de nuestra frontera, a nuestra soberanía, entre otros.
Desgraciadamente, por la falta de voluntad política, de conciencia patriótica, de legislar en beneficio del pueblo dominicano, por el contubernio con sectores de poder, tanto nacionales como extranjeros y por no aplicar un régimen de consecuencia, a más de sesenta años del tiranicidio y del arribo de la expedición de Constanza, Maimón y Estero Hondo, hoy padecemos de muchas de esas demandas sociales, las cuales formaban parte del programa que ellos enarbolaron.
Loor y gloria eterna a los héroes y mártires de Constanza, Maimón y Estero Hondo!
-*El autor es contador público autorizado