Cada 29 de septiembre se celebra en distintos países el Día de San Miguel Arcángel, y la fiesta de los Arcángeles San Gabriel y San Rafael.
En el caso de la República Dominicana, es una celebración que enlaza tres misas en fila con una fiesta de cigarro en boca, trago de cerveza o ron en mano y música pagana.
Normalmente estas deidades reúnen cientos de personas, acompañadas de cuadros, velas, velones, bizcocho y diferentes platos, que forman parte de los ritos de alabanza. El rojo y el verde predominan en las prendas que visten los centenares devotos que celebran con un rito entre dos caminos, lo católico y el vudú. Se suele celebrar con la estridencia de la música en plena calle, excesivos gritos manifestando exageradamente alegría.
En el Distrito Nacional, el barrio San Miguel de la Zona colonial, es la punta de lanza de la celebración, pues en la iglesia que lleva su nombre fue el primer templo en el que permitieron entrar a la comunidad negra en el periodo colonial.
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A continuación esta la historia d San Miguel, según la enciclopedia católica:
San Miguel es uno de los principales ángeles; su nombre era el grito de guerra de los ángeles buenos en la batalla librada en el cielo en contra del enemigo y sus seguidores. Su nombre se encuentra cuatro veces en la Escritura:
(1) Daniel 10,13-21: Gabriel le dice a Daniel, cuando él le pide a Dios que le permita a los judíos volver a Jerusalén: «El Ángel (B.D., príncipe) del Reino de Persia me ha hecho resistencia… pero Miguel, uno de los Primeros Príncipes, ha venido en mi ayuda… Nadie me presta ayuda para esto, excepto Miguel, vuestro Príncipe.”
(2) Daniel 12: el Ángel, hablando del fin del mundo y del Anticristo dice: “En aquel tiempo surgirá Miguel, el gran Príncipe que defiende a los hijos de tu pueblo.»
(3) En la epístola católica de San Judas 1,9: “En cambio el arcángel Miguel, cuando altercaba con el diablo disputándose el cuerpo de Moisés, etc.” San Judas alude a la antigua tradición judía de una disputa entre San Miguel y Satanás sobre el cuerpo de Moisés, un relato de lo cual también se puede encontrar en el libro apócrifo de la asunción de Moisés (Orígenes, «De principiis», III.2.2). San Miguel escondió la tumba de Moisés; sin embargo Satanás al destaparla, trató de seducir al pueblo judío al pecado del culto a los héroes. San Miguel también custodia el cuerpo de Eva, de acuerdo a la “Revelación de Moisés” (“Evangelios Apócrifos”, etc., ed. A. Walker, Edimburgo, p.647).
(4) Apocalipsis 12,7: “Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron con el Dragón.” San Juan habla del gran conflicto al final de los tiempos, que refleja también la batalla en el cielo al principio de los tiempos. De acuerdo a los Padres a menudo hay controversia sobre San Miguel en la Escritura donde no se menciona su nombre. Dicen que él era el querubín que estuvo en la puerta del paraíso, “para guardar el camino del árbol de la vida” (Gén. 3,24), el ángel a través de quien Dios publicó el Decálogo para su pueblo escogido, el ángel que se puso en el camino para estorbarle a Balaam (Núm. 22,22 ss.), el ángel que puso en fuga al ejército de Senaquerib (2 Ry. 19,35).
Según estos pasajes bíblicos, la tradición cristiana le da a San Miguel cuatro oficios:
• Pelear contra Satanás.
• Rescatar las almas de los fieles del poder del enemigo, especialmente a la hora de la muerte.
• Ser el campeón del pueblo de Dios: los judíos en la antigua Ley, los cristianos en el Nuevo Testamento; por lo tanto él era el patrón de la Iglesia, y de la orden de caballeros durante la Edad Media.
• Llamar de la tierra y traer las almas de los hombres a juicio (signifer S. Michael repraesentet eas in lucam sanctam, Offert. Miss Defunct. «Constituit eum principem super animas suscipiendas», Antiph. off. Cf. El Pastor de Hermas, III, Simil. 7, 3).
Las opiniones varían en cuanto a su rango en la jerarquía celestial. San Basilio (Hom. de angelis) y otros Padres Griegos, también Salmeron, Bellarmine, etc., ubican a San Miguel sobre todos los ángeles; dicen que se le llama “arcángel” porque es el príncipe de los demás ángeles. Otros (cf. P. Buenaventura, op. cit.) creen que es el príncipe de los serafines, el primero de los nueve órdenes angélicos. Pero, de acuerdo a Santo Tomás (Summa, Ia:113:3) él es el príncipe del último y más bajo coro, los ángeles. La liturgia romana parece seguir a los Padres Griegos; lo llama Princeps militiae coelestis quem honorificant angelorum cives. El himno del Breviario Mozárabe ubica a San Miguel incluso sobre los veinticuatro ancianos. La liturgia griega lo llama Archistrategos, «general altísimo» (cf. Menaea, 8 nov. y 6 sept.).
Veneración
Habría sido natural para San Miguel, defensor del pueblo judío, ser el defensor de los cristianos, dándoles la victoria en la guerra contra sus enemigos.
Sin embargo, los primeros cristianos reconocieron a algunos mártires como sus patrones militares: San Jorge, San Teodoro, San Demetrio, San Sergio, San Procopio, San Mercurio, etc; pero a San Miguel le dieron el cuidado de sus enfermos. En Frygia, el lugar donde fue venerado por primera vez, su prestigio como sanador angelical obscureció su interposición en asuntos militares. Él fue desde los primeros tiempos el centro del verdadero culto a los santos ángeles. La tradición relata que en los primeros tiempos San Miguel hizo surgir un manantial medicinal en Chairotopa, cerca de Colosas, donde todos los enfermos que se bañaban allí, invocando a la Santísima Trinidad y a San Miguel, se curaban.
Más famosos aún son los manantiales que se dice San Miguel hizo surgir de la roca en Colosas (Chonae, la actual Khonas, en el Lico). Los paganos dirigieron un arroyo contra el santuario de San Miguel para destruirlo, pero el arcángel dividió la roca con un trueno, para darle un nuevo lecho a la corriente, y santificó para siempre las aguas que venían de la quebrada. Los griegos afirman que esta aparición tuvo lugar a mediados del siglo I, y celebran una fiesta en conmemoración de esto el 6 de septiembre (Analecta Bolland., VIII, 285-328). También en Pitia en Bitinia y en todas partes de Asia, los manantiales termales eran dedicados a San Miguel.
De la misma manera en Constantinopla, san Miguel era considerado el gran médico celestial. Su santuario principal, el Michaelion, estaba en Sosthenion, casi 50 millas al sur de Constantinopla; ahí se dice que el arcángel se le apareció al Emperador Constantino. Los enfermos dormían en esa iglesia de noche, esperando una manifestación de San Miguel; allí su fiesta se celebraba el 9 de junio. Otra famosa iglesia estaba dentro de los muros de la ciudad, en los baños termales del Emperador Arcadio; ahí la sinaxis del arcángel se celebraba el 8 de noviembre. Esta fiesta se propagó por toda la Iglesia Griega, y las Iglesias de Siria, Armenia y Alejandría también la adoptaron; ahora es la principal fiesta de San Miguel en el Oriente. Se pudo haber originado en Frigia, pero su estación en Constantinopla fue las Termas de Arcadio (Martinov, “Annus Graeco-slavicus”, 8 nov.). Otras fiestas de San Miguel en Constantinopla eran: 27 de octubre, en la iglesia “Promotu”; 18 de junio, en la iglesia de San Julián, en el Foro; y el 10 de diciembre en Athae.
Los cristianos de Egipto, pusieron al río que les daba la vida, el Nilo, bajo la protección de San Miguel; adoptaron la fiesta griega y la celebraban el 12 de noviembre; el día 12 de cada mes, celebraban una conmemoración especial al arcángel, pero el 12 de junio, cuando el río comenzaba a crecer, guardaban como feriado de obligación de la fiesta de San Miguel “por la crecida del Nilo”, euche eis ten symmetron anabasin ton potamion hydaton.
En Roma, el Sacramentario Leonino (siglo VI) tiene el «Natale Basilicae Angeli via Salaria», 30 de septiembre; de las cinco Misas para la celebración, tres mencionan a San Miguel. El Sacramentario Gelasiano (siglo VII) da la fiesta S. Michaelis Archangeli, y el Sacramentario Gregoriano (siglo VIII), Dedicatio Basilionis S. Angeli Michaelis, 29 de septiembre. Un manuscrito también añade aquí “via salaria” (Ebner, «Miss. Rom. Iter Italicum», 127). Esta iglesia de la Via Salaria estaba a seis millas al norte de la ciudad; en el siglo IX fue llamada Basilica Archangeli in Septimo (Armellini, «Chiese di Roma», p. 85), la cual desapareció hace doscientos años. En Roma también se le dio a San Miguel el rol de médico celestial. De acuerdo a una leyenda (¿apócrifa?) del siglo X, él se apareció sobre los Moles Hadriani (Castel di S. Angelo), en el 650, durante la procesión que realizó San Gregorio en contra de la pestilencia, lo cual hizo cesar la plaga. El Papa San Bonifacio IV (608-15) construyó en los Moles Hadriani una iglesia en honor a él, a la que llamó St. Michaelis inter nubes (in summitate circi).
Bien conocida es la aparición de San Miguel (c. 494 o 530-40), como se relata en el Brevario Romano, el 8 de mayo, en su famoso santuario en el Monte Gárgano, donde le fue restaurada su gloria original como patrono de la guerra. Los lombardos de Sipontum (Manfredonia) le atribuyen su victoria sobre los griegos napolitanos, el 8 de mayo de 663, a su intercesión. En conmemoración de esta victoria la iglesia de Sipontum instituyó una fiesta especial en honor del arcángel, el 8 de mayo, que se ha esparcido por toda la Iglesia Latina, y ahora es llamada (desde el tiempo de Pío V) «Apparitio S. Michaelis», aunque originalmente no conmemoraba la aparición, sino la victoria.
En Normandía San Miguel es el patrón de los marineros en su famoso santuario de Mont-Saint-Michel, en la diócesis de Coutances. Se dice que apareció ahí en el año 708, a San Auberto, obispo de Avranches. En Normandía su festividad «S. Michaelis en periculo maris» o «en Monte Tumba», se celebraba universalmente el 18 de octubre, el aniversario de la dedicación de la primera iglesia, 16 de octubre del 710; la fiesta luego se confinó a la Diócesis de Coutances. En Alemania, luego de su evangelización, San Miguel reemplazó para los cristianos al dios pagano Wotan, a quien se consagraron muchas montañas, por ende las numerosas capillas de San Miguel en toda Alemania.
Se dice que los himnos del Oficio Romano fueron compuestos por Rábanus Mauro de Fulda (m. 856). En el arte San Miguel es representado como guerrero angélico, armado con un casco, espada y escudo (frecuentemente la armadura presenta la inscripción en latín: Quis ut deus), parado sobre el dragón, a quien a veces clava con una lanza. También sostiene un par de balanzas en donde pesa las almas de los difuntos (cf. Rock, “The Church of Our Fathers”, III, 160), o el libro de la vida, para demostrar que él toma parte en el juicio.
Su fiesta (29 de septiembre), en la Edad Media era celebrada como un feriado de precepto, pero junto con otras fiestas fue gradualmente abolida desde el siglo XVIII (ver fiestas eclesiásticas). El Día de San Miguel, en Inglaterra y otros países, es uno de los días trimestrales regulares para el ajustamiento de rentas y cuentas; pero ya no es notable por la hospitalidad con que se celebraba antes. En algunas parroquias (Isle de Skye) tenían una procesión en este día y preparaban un pastel, llamado la hogaza de San Miguel.