Luego del intempestivo cierre de la frontera de parte del Gobierno dominicano, como acto de fuerza para detener el canal que con el objetivo de trasegar agua del río Masacre hacia Haití construyen sectores de borrosa identidad, importantes sectores políticos, económicos, sociales y eclesiales demandan el diálogo para lograr un entendimiento que aclare y ponga fin, no solo al diferendo en torno al referido canal, sino a las frecuentes e inconducentes tensiones en que discurren las relaciones dominico-haitiana. Y es que no puede ser de otra manera, solo mediante el diálogo se resuelven los problemas entre las naciones. Pero para que de cualquier diálogo se obtengan resultados sostenibles resulta imprescindible que este se asiente sobre bases sólidas.
El diálogo, es natural, debe comenzar y ceñirse en primera instancia al tema objeto del actual diferendo. Pero para que desacuerdos que bien pueden solucionarse sin llegar a los niveles de amplitud, peligrosidad y a las posiciones de trincheras como en el actual conflicto, es necesario eliminar al máximo las razones que los provocan. Por consiguiente, el diálogo que dicen querer las partes debe pensarse en la perspectiva de ir a las raíces que lo provocan. Con una objetiva mirada sobre unas diferencias e interpretaciones de los hechos que jalonan la historia y relaciones entre ambos países que nos divide como países.
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Es la preocupación de sectores productivos y comerciales asociación de maestros constructores al expresar su demanda de cese de las tensiones y la apertura de la frontera. Algunos economistas plantean que, en economías en desarrollo, el aumento de un 1 punto porcentual del porcentaje de inmigrantes en la población adulta hace subir el PBI hasta en un 2% a largo plazo. Quizás no sea este nuestro caso, pero es un indicador de que la mano de obra inmigrante crea riqueza. Por eso, al momento de hablar del costo de la oferta de servicios, como la salud, hay que considerar el aporte de esa mano de obra al PBI. En algunos momentos hemos sido solidarios con Haití, pero constituye una torpeza regatear la asistencia médica a embarazadas y el pan de la enseñanza a niños.
Aquí y ahora es imperioso que encontremos un acuerdo sobre el referido canal si se hace de forma técnicamente viable y que garantice un uso del rio sin perjudicar su cause ni a nadie, al tiempo de abrir la frontera garantizando que esta no sea fuente de tensiones, vejaciones y corrupción, como siempre ha sido. Por consiguiente, para que así sea, con sus gradaciones, el tema fronterizo en sentido general y de las de agua tienen que enfrentarse desde una perspectiva global.