En esos últimos cinco años de su vida los momentos de felicidad fueron muy escasos aunque su mayor alegría estuvo centrada en liberar a su Patria de la influencia norteamericana, de la opresión del Gobierno de Joaquín Balaguer y por eso detallaba eufórico los conocimientos recibidos tanto en el entrenamiento físico- militar, como en las lecturas marxistas.
Pero hay dolor y decepciones en el Diario de Caamaño en Cuba desde el mismo noviembre de 1967 cuando comenzó a escribirlo. Primero con dominicanos en los que había puesto su confianza y lo defraudaron. Y al final de 1972 es obvia su incertidumbre. Le urge hablar con Fidel. “Creo ha llegado el momento de requerir del Gobierno Revolucionario de Cuba una actitud responsable ante nosotros”, escribió el viernes 26 de junio.
Empero, esta situación fue salvada. Caamaño se propuso exponerla “con la altura necesaria y el respeto que se merece el máximo dirigente del hermano pueblo cubano”, no obstante, agrega, “plantearé consideraciones muy serias y que entiendo tienen sus inconvenientes”. Su preocupación o desesperación en ese momento son comprensibles. Los pocos hombres que aún le eran leales estaban intranquilos e indignados, dice, sobre todo “los compañeros con más madurez política”.
Ya en enero de 1973, sin embargo, el líder se empeñaba en contabilizar armas, equipos, y en detalles finales para la empresa a punto de iniciar.
El Diario a veces es desgarrador. Las notas de ternura son las referentes a sus hijos, dos cartas de amor sin destinataria y el rol de padre abnegado que desempeñó con los revolucionarios que estuvieron junto a él preparándose para venir a la República Dominicana. Estaba pendiente de su salud, su familia y hasta de situaciones emocionales.
Por este Diario desfilan nombres sonoros de la política criolla sobre todo de dirigentes y militantes del PRD y del PCD y de excombatientes constitucionalistas. Unos porque fueron a visitarlo y conocer su proyecto, otros decididos a unírseles aunque luego lo abandonaron. Y muchos con los que él contaba, a los que esperó para con el tiempo comprobar que habían cambiado y que ahora estaban con los que habían combatido.
Caamaño, empero, siguió adelante. Cada día escribe con euforia los caminos recorridos, los kilos perdidos, el rebase de muchísimos problemas de salud. Vivía solo para ejercitarse y aprender, según estas anotaciones que deben ser básicas para la biografía que urge. Ya se ha escrito bastante de su vida antes y en la Guerra Patria, de su paso por Londres y otros lares. ¿Por qué existiendo tan preciado material no se publica su larga residencia en la hermana isla?
Traidores, infiltrados. Se percibe el celo por su autoridad indiscutible pero al mismo tiempo su espíritu de humildad cuando reconoce que ha tratado con dureza o sido injusto.
Algunos protagonistas del voluminoso Diario aparecen con sus nombres y apellidos: Jottin Cury, Milito Fernández, Yege Arismendy, Juan Bosch, José Israel Cuello, Asdrúbal Domínguez, Píndaro Peña, Lara Matos, Guerra Ubrí, Ubiera Padua, Isa Conde, Luis Gómez, Peña Gómez, Héctor Lachapelle, Montes Arache, Vicentica Vélez, cadete Garrido, Cadete Paulino, “Quezada”, “Ureña”, Andrés Ramos Peguero.
También Ulises Cerón Polanco, Melvin Mañón, Bienvenido Leal Prandy (La Chuta), César Rojas, Wellington Ascanio Peterson, Manolo González (El Gallego), “Vejé”, “Chibú”, la viuda de la Maza, Chana Díaz, Rafa Gamundi, Gerardo Marte, Maximiliano Gómez (El Moreno) Cayetano (Rodríguez del Prado), Napoleón Núñez, Marcos Antonio Santana, José Ignacio Marte Polanco, Platón (“ex del MPD”)…
Otros los cita por pseudónimos que han sido identificados en obras posteriores al desembarco de Caracoles por autores como Hamlet Hermann, Manuel Matos Moquete, Melvin Mañón y en reportajes con algunos que vivieron en Cuba. En un ejemplar que circula se registran otros.
Manuel Matos Moquete (Alfredo), Ramón Euclides Holguín Marte (Braulio), Hamlet Hermann (Freddy), Amaury Germán (Gerardo), Melvin Mañón (Manuel), Eberto Lalane (Eugenio), Virgilio Perdomo (Joaquín), Mario Nelson Galán (Juan), Julián López, oficial cubano (Jesús), Alfredo Pérez Vargas (Armando), Claudio Caamaño (Sergio), Toribio Peña Jáquez (Felipe), Juan Ramón Pallero Ulloa (Ismael), Tácito Perdomo (Jacobo), Wellington Peterson (El Rubio). Caamaño era Román y así firmaba.
En el Diario hay acusaciones de violaciones a compromisos, traición, conspiración interna contra Caamaño, indecisión, sectarismo, desconfianza en el líder, delación, vacilación, miedo, falso sentido de compañerismo, medidas disciplinarias, expulsiones, declaraciones de querer venir a luchar a Santo Domingo, interrogatorios, infiltrados, tránsfugas.
Se sacan cuentas, porque el coronel desembolsó considerables sumas de dinero enviadas al país y a otros lugares y de las cuales no hay noticias. Se hacen críticas a partidos y dirigentes. Del profesor Bosch dice Caamaño: “El viejo sigue avanzando a posiciones cada vez más radicales”… “Se muestra su vacilación y enfoque “liberal” sobre su posición política y aspecto general sobre el país…”.
Finalmente, en diciembre de 1968, Caamaño escribe que en Benidorm, España, Juan Bosch declaró “que rompía todo compromiso conmigo y que el PRD, “su” partido y “su” gente lo mismo”. “Que se le había faltado el respeto puesto que le habían mandado un contacto “debe ser Gerardo o Eugenio) que era casi un niño”.
Peña Gómez, según Caamaño, estuvo presente y a Francis le informaron que “en toda esta conversación solo abrió la boca para decir que si yo entraba al país con la intención de iniciar la insurrección podía contar con el apoyo moral de ellos”. Pero luego agrega Caamaño: “Y también planteó que la República Dominicana era un país bajo el control de los yanquis, que allí las condiciones no son propias para la guerrilla… Se apendejió definitivamente el hombre”.
Más adelante Caamaño emite consideraciones que le llegaron del 14 de Junio, del PCD y del PRD. El primero “no tiene ni crédito ante las masas y pierde a toda máquina su militancia más honesta y revolucionaria que está en plena bancarrota”; y del PCD le dijeron que “sus posiciones vacilantes y oportunistas demuestran la línea y pensamiento de la dirigencia, plantea que en la base hay buena gente como en las otras organizaciones… Expone su criterio de la traición a los obreros del Central Romana (empresa Yanqui) por dirigencia del PCD” y refiriéndose a quien le comunica acota: “Los trata con dureza”.
Más que estas miserias, el Diario es un acopio de amor, entrega, sacrificio. Cada cumpleaños de Caamaño es una reiteración de su propósito redentorista. “Cumplo 37 años, me siento con una disposición agresiva para la lucha… hoy he pensado profundamente en nuestro pueblo, sus sufrimientos su heroica historia, su liberación inaplazable”. Y al siguiente: “Hoy alcanzo la edad de 38 años. Me siento muy bien y con un gran deseo de reiniciar la lucha con las armas en la mano”.