Porque aunque siete veces caiga el justo, volverá a levantarse, pero los malvados caerán en
el mal. Proverbios 24: 16.
Pocos alcanzan el éxito, pero los hijos de Dios estamos llamados a tenerlo. El éxito es un estilo
de vida que nos ha dado Dios para establecer quién es Él. En Dios no hay fracaso, porque el que
fracasa es aquel que no se levanta, jamás. Pero la Palabra dice que el justo caerá siete veces y
volverá a levantarse.
El hombre de éxito es aquel quien: primero confía en su Señor; segundo, sabe quién es; tercero,
sabe que nació para recibir la herencia de su Padre Celestial; cuarto, nada lo hace distraer de su
propósito; y por último permanece en la batalla. Por eso, no importa las veces que lo intentemos
y no lo logremos; lo importante es siempre volver a intentarlo hasta alcanzarlo.
Nuestra mente es la de Cristo, la cual nos hace pensar y ver las cosas diferentes a los demás.
Cuando el resultado obtenido no es el que esperamos, los demás se desaniman y se rinden, y
piensan que no era para ellos. Pero cuando eso le sucede a un heredero de Cristo, dice: «No
importa el tamaño de la montaña porque, si no puedo derribarla, la saltaré». Pero nada nos
detendrá en alcanzar el éxito, porque Él nos aseguró que a todo el que venciere le dará la corona
de vida. Sabemos que esto significa permanecer hasta debilitar a nuestro oponente, quien no
quiere que triunfemos.
Dios nos llamó a prosperar en todo, tomando dominio de todas las cosas, visibles e invisibles, a
la vez que declaramos que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son nuestros aliados en la victoria
asegurada.