Aunque la depresión es en primer término un estado de angustia que puede afectar la capacidad de realizar tareas cotidianas de muchos dominicanos, también aparece como una de las probables causas de violencia social y de conflictos con la ley estando en dudas que sea suficiente lo que el Estado hace actualmente contra las peores manifestaciones de este padecimiento que en diferentes grados podrían avanzar hacia un 20% a 30% de la población, según apreciaciones de al menos un maestro de la psiquiatría de larga vigencia en la consulta privada.
Meses atrás, en un encuentro semanal del Grupo de Comunicación Corripio se solicitó al doctor José Miguel Gómez, autor de varias obras sobre psiquiatría que es su fuerte, resumir la realidad del sistema asistencial dirigido a la salud mental en el país del cual dijo que existía un déficit «en todos los niveles», comenzando con una baja inversión pública situada en aproximadamente un 1% del presupuesto nacional del renglón sanitario cuando debería ser de entre 2% y 3%.
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Una insuficiencia que se refleja en muy baja disponibilidad de camas, de unidades de intervención en crisis incluyendo provincias sin estos servicios como Independencia y Bahoruco. Recién había sido cerrada la unidad de contingencias del hospital Padre Billini, al tiempo que de las 40 camas prometidas para estar disponibles en la ciudad sanitaria Luis Eduardo Aybar, apenas aparecieron diez. «También se registraba un déficit para atender casos infanto-juvenil para los que no se llegaba a 15 camas». No ha existido área para tratar abusos de alcohol y drogas ni para rehabilitación sicosocial de prolongada estada para enfermos mentales que deambulan por las calles y sin familias, agregó.
A estas descripciones el Gobierno respondió en algún momento afirmando que en el país se desarrollan programas y servicios de salud mental que pueden ser suficientes por lo menos para que las personas enfrenten la depresión. Hizo mención de un centro de contacto denominado «Cuida tu salud mental» dispuesto para ofrecer apoyo psicológico gratuito a través de la línea 809-200-1400. Y se habló de un «Plan Nacional de Salud Mental que busca reducir la morbilidad, discapacidad y mortalidad asociada a los trastornos mentales.
Consideró apropiado para la realidad del país el que el ente Promesa/Cal proporcione a través de una red de boticas populares los medicamentos que se demandan para pacientes mentales y que la Red Pública de Servicios de Salud cuente con unidades de intervención en crisis en hospitales de Santo Domingo y otras ciudades aunque profesionales de esa rama no creen que sea algo que proporcionalmente se corresponda con el nivel de necesidades de la ciudadanía. El Ministerio de Salud dijo estar actualizando y elaborando protocolos específicos para el manejo de trastornos depresivos en adultos.
La vulnerabilidad de la población dominicana es vista en crecimiento por más de un profesional de la conducta que se basan en la llegada a consultorios de personas atrapadas en la depresión, que toman en cuenta el índice de suicidios y la alarma que manifiesta la sociedad por el alto registro de feminicidios al punto de que recientemente ocurrieron tres en un mismo día y en diferentes puntos de la geografía. La depresión y otros trastornos son asociados por especialistas a la violencia disparada por la drogadicción, la adición al juego de azar, el estrés crónico y a los muchos dominicanos que recurren a siquiatras y sicólogos afectados por señales de deterioro emocional.
MENTES EN CRISIS
Para la docente española de la sicología, Paula Atienza, no es extraño que los jóvenes de cualquier país que sean llevados ante fiscales y tribunales resulten más afectados crónicamente de ansiedad y depresión que aquellos que no delinquen. Según sus estudios, «La tasa de ansiedad y depresión en la población en problemas con la ley indica que casi la mitad experimentan trastornos de salud mental mientras cumplen condena e incluso estando en libertad.»
«Además, los problemas de salud mental van de la mano con los problemas criminológicos, las personas que continúan delinquiendo después de la adolescencia tienen casi tres veces más probabilidad de experimentar problemas de salud emocional», agregó. Es estrecho el vínculo, según otras comprobaciones científicas, entre la inclinación a inconductas y los trastornos por estrés postraumático, de límites de la personalidad, ansiedad, abusos de sustancias, trastornos del sueño, de la alimentación y de tendencia al suicidio.
En ese mismo orden, y como si el Estado comprendiera que merece mayor atención la salud de los privados de libertad, algunas cárceles cuentan con pabellones para atender internos con trastornos mentales. Al menos así lo ha informado la Dirección General de Servicios Penitenciarios y Correccionales en aparente reacción a denuncias de hacinamientos y tratamientos humillantes tras las rejas del sistema que acentúan las afecciones emocionales.
Indicó además que rutinariamente se dispone el traslado de reos al Centro de Rehabilitación Psicosocial Padre Billini. Informó que la Oficina Nacional de Defensa Pública ha logrado el traslado urgente a ese lugar de internos con trastornos de salud mental. Está admitido por las autoridades que en las penitenciarías dominicanas tienen presencia los casos que se consideran comunes en la población en general: «trastornos del estado de ánimo, abusos de sustancias ilícitas (a cada rato se descubren porciones narcóticas en celdas) y esquizofrenia.
FALLAS NOTABLES
Especialistas convocados por el Grupo de Comunicaciones Corripio llegaron recientemente a la conclusión de algo que no parece alcanzando: «Los medicamentos para enfermedades mentales deben estar integrados en el Programa de Medicamentos de Altos Costos debido a que cualquier paciente requiere alrededor de 50,000 pesos mensuales además de pagar consultas privadas que en promedio cuestan entre RD$3,500 y RD$6,000, con tendencia a encarecerse más tras el país haber cruzado la pandemia». Para un paciente bipolar o esquizofrénico, el costo cada 30 días de sus medicamentos remonta a los RD$40,000 y RD$50,000 cuando las crisis son agudas.
Las Administradoras de Riesgo de Salud suelen cubrir, únicamente las primeras dos consultas pero se trata de padecimientos que requieren atención continua. Otra conclusión del encuentro fue: «Cuando hay un paciente de estas características la economía familiar es afectada grandemente». Algunos pacientes deben ser llevados dos veces al mes a especialistas que se sienten en libertad para elevar sus honorarios de RD$7,000 a RD$12,000.
Y en República Dominicana, a pesar de que en los hospitales públicos las consultas no tienen costos, apenas disponían, por lo menos hasta hace un año, de 467 psicólogos, lo que implica menos de uno por cada 100,000 habitantes cuando deberían ser al menos cinco. En el caso de los psiquiatras, su número fue cifrado en 356 en todo el país, a niveles asistenciales públicos y privados.
DATOS CLAVES
Entre enfermedades mentales que afectan la población se ha reiterado que figuran: depresión, ansiedad, trastornos de personalidad, afectivos, emocionales, de bipolaridad, psicosis, alcoholismo y abuso de drogas legales e ilegales. Un país enclavado en el corazón de un continente que, según cifras de la Organización Panamericana de la Salud , al menos el 75% de las personas afectadas no recibe tratamientos reconocidos como efectivos. El 75% de los esquizofrénicos de este país, que tienden a no pensar ni sentir, no ha sido visto nunca por un profesional.
Por estos lados, el consumo de alcohol es preponderante en el 8,2% de la población mayor de quince años, pero la ingesta entre menores no está cuantificada porque tampoco se dirigen a ellos políticas para sustraerlos de tales contactos. De ordinario, en Semana Santa y Navidad son llevados con apresuramientos a hospitales y clínicas numerosos niños pasados de tragos, con o sin anuencia de padres y tutores, muchos de ellos incapaces de reconocer los riesgos de la ingestión prematura de líquidos espirituosos.
Cada año, y en circunstancias que con frecuencia implican ingerir bebidas que los propios estados pregonan como muy dañinas, en la región del mundo a que pertenece República Dominicana se registran 93,337 muertes por suicidios. La tasa de decisiones de acabar con la propia vida viene aumentando un 17% desde el año 2,000. El gasto público promedio en salud mental de toda esta región del hemisferio es apenas un 3%. Ya vimos que en República Dominicana apenas representa el 1%, probablemente uno de los más penosamente bajos de Latinoamérica.