Su Excelencia Reverendísima monseñor Ramón de la Rosa y Carpio, arzobispo emérito de Santiago, escribió: Discernimiento de Espíritus. Un material formativo. Valiosa contribución que todas y todos debemos leer y estudiar de nuevo. Santiago está repleto de sacerdotes que escriben, el premiado Monseñor Freddy Bretón y los monseñores Ramón de la Rosa y Agripino Núñez.
El libro es síntesis de “discernimiento” expresada en 175 páginas. Que además de leerse, debiera de ser consulta de todos aquellos cuyo ejercicio es facilitar el desarrollo social.
Discernir es distinguir una cosa de otra, y “discernimiento” es la acción de discernir. Una herramienta por la que se conoce la diferencia de varios entes. El que discierne obra con sensatez, cordura, discreción, prudencia, sabiduría y madurez. En un universo complejo, el discernimiento se aplica tanto al mundo material y visible, como al mundo de lo espiritual. Desarrollamos un conocimiento íntimo para distinguir qué viene del Espíritu de Dios, qué viene del espíritu maligno y qué viene de nuestro propio espíritu.
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El “arte” del discernimiento es una capacidad de individuos para percibir, conocer, valorar y apreciar de dónde provienen las experiencias, conductas y comportamientos de los demás, y muy en especial las de nosotros mismos. No se pueden discernir experiencias y conductas de otros, sino reflexionamos las nuestras. El “carisma” para discernir es un “don” para nuestros movimientos espirituales.
La especificidad del capítulo dos: las señales de cada uno de los espíritus, son tres: de Dios, diabólicas y humanas. Veamos especialmente las señales del espíritu de Dios.
En el entendimiento: Dios es la “Verdad infinita” y no puede inspirar más que ideas verdaderas. “La Gravedad”, indica que Dios no inspira cosas inútiles, impertinentes o frívolas. “Luz”, Dios es albor y sus inspiraciones traen siempre brillo del alma. La “Docilidad” sabe reconocer la ignorancia, siendo sumiso. “Discreción” pues el espíritu de Dios da signos para que nuestro ser interior sea juicioso, prudente y recto.
Finalmente la señal de pensamientos humildes: la “Paz”, serena, profunda y estable. “Humildad” profunda y sincera. Dios oculta secretos a los que se estiman sabios y los comunica a los pequeñuelos y humildes.
Luego siguen la “Voluntad dócil y facilidad en ceder”. “Rectitud” de intención al obrar. “Paciencia” en los dolores de alma y cuerpo. “Abnegación” de si mismo y mortificación de las inclinaciones internas. “Sinceridad”, veracidad y sencillez de conducta. “Libertad” de espíritu. “Gran deseo de imitar a Jesús en todo”, y finalmente una “Caridad”, benigna y desinteresada. Volvimos a leer entonces “Discernimiento de Espíritus” como infusión de perfección personal y colectiva.