Disculpas e impunidad

Disculpas e impunidad

Preocupa la impunidad que
disfrutan sus protagonistas

Desconocer la realidad puede resultar tan peligroso como ignorarla. Las burbujas son para ilusionistas y aunque tienen sus reglas, la ruptura acarrea consecuencias fatales. Siempre existirán mundos paralelos, encubrirlos es la trampa.

Los intocables paladines de la ética, difunden sus consignas y sus intenciones moralizadoras circunscritas a sus escogidos rufianes y a específicas infracciones. El concepto de impunidad es tan limitado para ellos que es fácil la mención de las tropelías y sus autores. Es una letanía que cualquiera puede repetir. Ni uno más ni uno menos.

Tiene marcada la era y no hay retroactividad. Si algún desliz hubo en el pasado con alguien, ya el perdón se produjo porque la circunstancia obliga. Es válida la apuesta para que tanto prevaricador tenga castigo, empero, a la intención se le ve el refajo y está sucio.

La cruzada no incluye la propia impunidad, el banquillo es para los otros. Asimismo,es silenciada la impunidad de renombradosactores sociales.Y también pueden delinquir,a sus anchas,los nuevos funcionarios,designados o elegidos.

El libreto no puede ser alterado.
La petición de disculpas después de cometer la infracción, es constante. Los balbuceos exculpatorios se hacen virales y el grupo ético callado.Disculpa versus sentencia.
El domingo 23, en el malecón de Puerto Plata, una multitud delirante participaba en un circuito organizado por empresarios y representantes de artistas del género urbano.

La actividad fue realizada contraviniendo las disposiciones que el estado de excepción prescribe. Después de la difusión del desparpajo, dos famososse convirtieron en sujetos del proceso penal: “La Perversa” y “El Tsunami.” Una, artista urbana, otro, pelotero.

La infracción fue colectiva y continua: todos los participantes estaban infringiendo la ley sobre Regulación de los Estados de Excepción. Algo más, las autoridades locales no previeron, ni actuaron en el momento de la ocurrencia, de la flagrancia, detalle omitido, no comentado.

Quizás el temor a recibir el agravio de la multitud, la posibilidad de desobediencia si se hubieran atrevido a interrumpir la diversión, impidieron la reacción condigna. Tal vez la consideración a los organizadores de aquello cuya acción, además de contemplada en la ley citada, está tipificada en el código penal. La indiferencia pudo estar determinada por la popularidad de los protagonistas.

Ídolos que viven de espaldas a prédicas redentoras y libres de restricción.“La Perversa” es intérprete del género que cuenta la historia del barrio,la crónica de la marginalidad con cadena, hookah, motor, puñales y ganas de matar.

Género con una apuesta millonaria para difundir,sin pausa,las letras de las composiciones que invitan a violar, golpear, engañar. Describen el consumo de sustancias controladas, la competencia entre los atributos masculinos y de teneres.

Machismo redivivo que interfiere el discurso de inclusión y respeto,ajeno a ese entorno con sus normas, su día a día de refriega, de na e na.

La brecha se ahonda y en la hondonada el peligro. Las elites que comandan la ilusión, con su particular partitura de venganza y revancha corporativa y financiera, desconocen esa nación con su territorio de violencia y agravio.Escuchan los cantos con desdén, asumen la actitud de los pontífices, políticos, jeques de las organizaciones humanitarias, cuando se asoman a la pobreza y luego de los saludos y antes de la Covid 19,recurren a la desinfección y el olvido.

En el año 2015, después de la trasgresión de “El Alfa”, el artista que decidió insultar a los padres de la patria, busqué“las canciones” del autor. Fue advertencia para entender el alcance de “soy el único que mata la mujeres, pero la deja viva”. Hilo de Ariadna para seguir descubriendo contenidos y tropezar con “Siete Locas”, “La Menore.”

“La Perversa” no se queda atrás. Su liderazgo está sustentado en letras parecidas que describen los anhelos propios de su ambiente. El género existe y existirá. Preocupa, sin embargo, la impunidad que disfrutan sus protagonistas, similar a la de otros infractores, excluidos de la lista redactada por los apóstoles de la ética. Esa exclusión es complicidad.

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