Desde el Instituto de Formación Política Jacques Maritain llevábamos a cabo seminarios y talleres sobre el papel de los partidos en los sistemas democráticos. Se debatían diferentes vertientes en función de la visión ideología de los expositores sobre si quienes gobiernan son los partidos o los candidatos electos.
En efecto, para algunos pensadores los partidos son plataformas para que las personas puedan alcanzar posiciones electivas, mientras para otros son organizaciones articuladoras de sectores sociales que representan múltiples intereses. Otros entienden que aunque gobiernan para toda la nación, sin embargo solo representan una parte de ella.
Puede leer: Los Reyes Magos en nuestra niñez
Sobre esos y otros aspectos existe mucha ambigüedad. Por esa razón, es pertinente que los partidos y los dirigentes analicen y profundicen sus determinaciones y propósitos a fin de que puedan entender su papel cuando es partido gobernante en relación al gobierno que sustentan, ya que se producen dicotomías y hasta contradicciones entre el discurso del partido con del gobierno, que de alguna manera pueden confundir a los diferentes auditorios.
Hay quienes confunden incluso los regímenes parlamentarios y formas de gobierno al estilo cubano, chino, francés o soviético con el nuestro. Se expresan ideas que no concuerdan con nuestra realidad. Que sin ser necesariamente su intención, crean confusión que en nada beneficia a la población politizada, sobre todo, cuando los partidos han perdido su ADN. Ya todos son muy parecidos, para no decir iguales. Sus miembros pasan del uno al otro sin ningún requisito que no sea para apoyarlos.
Basándome en las experiencias de los seminarios que celebramos hace años, podemos arribar a las siguientes conclusiones: como los partidos son, en la actualidad, amorfos de pensamiento y propósitos y, además, conformados por gente que no necesariamente creen en el partido, sino en las posibilidades de que determinado candidato llegue al poder, entonces el partido pasa a ocupar un segundo lugar. Ya que en primer lugar están la nación, el presidente y las autoridades.
Para que los partidos puedan ocupar el primer lugar, tienen que entrenarse, refundirse y reconectarse con pensamientos y propósitos comunes. Deben hacerse un ADN urgente para poder decirles a la ciudadanía, que todos los que conforman esa entidad, aun teniendo diferencias conceptuales en algunos aspectos, los resultados fundamentales de su analítica indican genes que los identifica.
Entendí que la reforma constitucional debió retornar a lo que establecían la Constitución del 1844 y del 1963, sobre no reelección consecutiva; sin embargo, Abinader mantuvo firme en su idea y propósito, lo cual admiro. Pero, a mi criterio él está entrando en una etapa especial de su vida personal y política. Y si partimos de las conclusiones del presente análisis, que indican que se gobierna para la nación entera no solo para partidarios, debería entonces mantenerse firme con su línea política y exigir a los que aspiran a la presidencia, a no confundir sus propósitos personales o grupales con la gestión de gobierno. Porque podrían desvirtuar sus intenciones y confundir.
Y que quede claro, que lo expreso convencido de que Luis Abinader está empeñado en que su gestión de gobierno contribuya al fortalecimiento institucional y democrático de la nación, aspectos en los cuales, personalmente, siempre me tendrá de su lado. No importa si soy octogenario y esté fuera de función pública.