El divorcio emocional es más frecuente de lo que las personas se imaginan; debido a que hacia fuera se practica una dinámica de pareja normal, pero hacia dentro, en la propia vida marital existe desapego, desafecto, ausencia de vínculo y de sentido de pertenencia, para terminar en una vida sin intimidad, sin sexo, sin besos ni caricias, ni abrazos ni complicidad.
Durante la pandemia cientos de parejas aumentaron sus conflictos maritales: problema comunicación, por redes sociales, crianza de los hijos, problemas económicos, celos, infidelidades, maltratos, agotamiento emocional, encierros prolongados, estrés psicosocial, alcoholismo, etc.
La pandemia afectó la convivencia, aumentó los conflictos, las crisis maritales y familiares, los trabajos en las casas, la ausencia de domésticas, los niños y las tareas, la falta de colaboración y de solidaridad entre parejas, el desempleo, las deudas y la tensión o miedo al contagio.
Todas estas adversidades, afectaron la vida de pareja, a muchas las hizo más vulnerables, las más inteligentes y sanas aprendieron del covid-19 y practicaron la armonía marital, pero, a otras parejas les problematizo la vida, con el divorcio emocional.
Un divorcio emocional es un estado recurrente de conflictos, tensiones, desacuerdos, maltratos, daños y desconsideraciones y decepciones, que provocan en la pareja apatía, indiferencia, desafecto, desamor, falta de empatía y desinterés por la pareja.
Esos episodios prolongados de desapego, sin intimidad, van acostumbrado a la pareja una convivencia individualizada, a estar solo, a pasar más tiempo con las redes sociales, televisión, celular, y ocupaciones, donde ambos se sienten como dos extraños en la propia casa, debido a la falta de comunicación, de espacio y afectividad.
El divorcio emocional, tiene como daño colateral una convivencia en anemia emocional, sufrible, fría, de dolor y daño a la que la pareja se va acostumbrando hasta optar por dormir en habitaciones separadas o individualizar los compartimientos maritales.
La dinámica se mantiene por hijos, por servicios y fidecomisos, porque la pareja no tiene autonomía individual, por dependencia emocional, por miedos sociales etc.
La pandemia a esas parejas que vivían el conflicto marital ha venido a aumentar la crisis, los desacuerdos y los distanciamientos, ocasionando mayor vulnerabilidad en la pareja.
En mi condición de psicoterapeuta, a diario tengo que asistir parejas en la condición de divorcio emocional. Para resolver los conflictos, hay que establecer nuevos contratos maritales, trabajar en la pareja hábitos saludables, cultura de buenos tratos, afectividad, automerecimiento, el perdón, las emociones positivas y la reconciliación a través de la convivencia positiva: “no me dañe, no te daño”.
El buscar la ayuda, tratarse las limitaciones, conflictos y problemáticas en la personalidad que dañan las emociones, que no permiten la asertividad, el fluir dentro de una relación, es lo que previene, soluciona y permite crecer y madurar en una relación marital.
La felicidad, el bienestar marital debe ser la conquista de cada pareja para evitar el divorcio emocional. La calidad y calidez de vida marital hay que aumentarla atraves de los buenos tratos, la afectividad y el autocuidado, quien dice que te quiere no te daña, de eso se trata la vida marital.
La pandemia afectó la convivencia, aumentó los conflictos
Un divorcio emocional es un estado recurrente de conflictos
Para resolver los conflictos, hay que establecer nuevos contratos maritales