¡Don Freddy Bruhn!

¡Don Freddy Bruhn!

Don Freddy Bruhn

Herminio y su alter ego, Píndaro, miran al horizonte desde el pico Diego de Ocampo… Han subido al mismo buscando encontrar una explicación al éxito humano de Freddy Bruhn, un alemán aplatanao que acaba de dejar este mundo para convertirse en ejemplo a seguir… Píndaro, que lo observa con un dejo de admiración.

Expresa: “Desde su nacimiento en Bonn, Alemania, vivió junto a su familia las cruentas experiencias provocadas por la Segunda Guerra Mundial, superándolas con el tiempo y poco a poco preparándose como segundo oficial de navegación de la Marina Mercante alemana… Esto le permitió vivir la oportunidad de pisar nuestra tierra dominicana, echar raíces y encontrar trabajo firme y nuevos amigos”….

“Así es… –comenta Herminio-, Recuerdo cuando me contó de su primer plato de arroz, habichuelas y aguacate, en el Típico Bonao… ¡Una comida totalmente desconocida por él que le encantó!… Y, su primera impresión al entrar a Santiago y encontrarse con un hotel Matún lleno de hoyos por las balas como consecuencia de la batalla entre el Ejército y grupos opositores de ese 1966… Fue una visión que se le quedó grabada en su mente para siempre… “.

Sí -comenta Píndaro-, pero con esa maravillosa edad de 29 años creó las bases para lo que fue toda su vida entre nosotros: la unión con quien se convirtió en su gran amigo, confidente y compadre, y al que ayudó a fundar e impulsar el proyecto más preciado para ellos: Baldom… Ninguno de nosotros, jamás imaginó que esa unión entre los señores Otto Knupper y Freddy Bruhn nos permitiría disfrutar de productos de consumo que son un estandarte en nuestro patrón alimenticio diario”.

Herminio, cuyo rostro está lleno de nostalgia y alegría interior por lo valioso que fue para él haber tratado a Freddy -como cariñosamente todos lo llamábamos-, lo recuerda como una persona alegre y de un buen sentido del humor… Fue tanta su entrega y pasión que se convirtió en un verdadero fanático de Baldom… su cualidad más sobresaliente siempre fue el compromiso consigo mismo y con los demás…

Su día comenzaba a las cinco de la mañana –exclama Herminio-, llegaba antes que los demás a la empresa, pues le gustaba tomar su primer café con el personal de limpieza, con los guardianes y con aquellos que acostumbraban llegar a esa hora”… “¿Y, cuál era su motivación para eso? –pregunta Píndaro-…

“Es que siempre trataba a todos por igual –responde Herminio-… ¡Esa fue su característica personal más sobresaliente!.. Aunque todos comentábamos su tenacidad y entusiasmo, pues siempre vimos en él un gozo especial por estar en su trabajo, moverse entre el personal y disfrutar plenamente del discurrir diario de la empresa… Si tú preguntas por el entretenimiento de una persona con ese nivel empresarial, siempre te van a decir que ‘el jugar golf… Ver el béisbol… etc.’, pero para Freddy su vida fue siempre ¡estar en Baldom!”.

Tanto Píndaro como Herminio, se han mantenido en plena concentración del horizonte que nace en Santiago, mientras recuerdan al señor Bruhn

Lo que muchos nunca supieron es que Freddy tenía una habilidad grandiosa para el diseño gráfico, lo que le permitió trazar pautas para la mayoría de las etiquetas de los productos y alimentos, así como del logo de la empresa” –comenta Herminio, mientras se vuelve a Píndaro que, al verle con su expresión de admiración, le comenta: “Gottfried BruhnDon Freddy-, en sus largos años de estar a cargo de las importaciones de materias primas y empaques, así como del control de los inventarios en Baldom, se ganó el respeto y el cariño de sus compañeros de labores y de los miembros de la comunidad gracias a su lealtad y honestidad frente a la empresa, así como también por su trato afable y humilde para con su prójimo…

Tengo la convicción –recalca Píndaro-, que su ejemplo será siempre un sello para sus hijos Klaus Peter, Leonard Alexander, Thomas Gottfried y John Oliver, -frutos de su unión matrimonial con Maritza Santelises-, porque tenemos la convicción de que preservarán, de una manera fiel y firme, los principios morales y espirituales que les fueran inculcados por su padre, don Freddy Bruhn”.