¿Dónde está el secreto?

¿Dónde está el secreto?

Parece que la vida es más fácil de lo que es… Siempre me he preguntado ¿Dónde está el secreto de vivir?… ¿Por qué estoy aquí para en cada momento tratando de hacer los rasgos de la vida más útil?… Hace un rato recordé que Píndaro había cogido la de Villa Diego y donde quiso decir ‘digo’ dijo ‘Diego’… Lo he buscado por todos lados y, me imagino, debe estar incómodo conmigo porque no lo tomé en cuenta para que conversara con ustedes en esta mañana, como cada quince días… “¡Heyyyy!, ¡Aquí estoy!… ¡No olvides que soy tu alter ego y jamás te dejaré vivir a tus anchas! –grita Píndaro desde detrás de la oreja izquierda de Herminio-…¿Y tú crees que me ibas a dejar fuera de tu historia?” –le cuestiona-… “¡Jamás! –exclama Herminio-, eres mi costilla de vida y una prueba más para seguir con vida!”.

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Herminio acabó de completar un periplo que lo ha llevado a extenuarse al tope… Ha regresado del aeropuerto bajo un palo de agua como hacía mucho tiempo no veía… Una fila de camiones, camionetas y motores le mantuvo a 45 kph en el tramo de la autopista a Samaná hasta poder acceder a la Circunvalación y encontrarse entonces con que, al llegar a la estación de peaje más cercano a la autopista, cada quien trataba de pasar por los espacios de ‘Paso rápido’, sin estar autorizado para ello… Pareciera que se hacían los ‘chivos locos’ pensando que les permitirían pagar sus cien pesos con una sonrisa… Es una pena que la sonrisa quiera ser usada para violentar disposiciones organizativas que, a la postre, nos van a beneficiar a todos… “¡Espera, Herminio! – exclama Píndaro-, ¡ese camión tanquero está retrocediendo y se nos va a tirar encima del bonete!”… Efectivamente, un militar asignado al orden del Paso Rápido indicaba al chofer que se retirara y tomara entonces los carriles indicados para paso de pago instantáneo, pues él no contaba con el dispositivo para transitar por donde iba… Mientras el tanquero hacía su ‘maroma’ y yo retrocedía, justo delante de mi un camión recolector de leche se me cruzaba por el frente para intentar utilizar el turno… Herminio mira para ambos lados, tratando de esquivar al camión en reversa, pero por el retrovisor advierte que justo detrás de él hay cinco vehículos más intentando hacer lo mismo.

Desde su vehículo, Herminio y Píndaro perciben que se ha iniciado una discusión entre el chofer del nuevo camión lechero con una joven vestida en azul que parece intentar señalarle que él tampoco tiene autorizado el paso… Ambos se miran, y ¡explotan en una sola risa!… Han caído de nuevo en la trampa del ‘Paso Rápido’… Están, de nuevo, en el ‘Paso Despacio’… Luego de una larga y tediosa espera, por fin han logrado pasar y continuar su viaje… Lo que ellos no saben es la sorpresa que se llevarán cuando accedan a la Estación de Peaje de La Cuaba, unos kilómetros más adelante… De sorpresa, un palo de agua le da durísimo al techo del vehículo y los limpiavidrios luchan por hacer su trabajo… Unos kilómetros más entre aguacero y poca visión, y están ¡justo dentro de otro largo tampón!… A lo lejos, una gran letrero indica claramente con una fecha que los dos carriles de la izquierda han sido destinados exclusivamente para el Paso Rápido… ¡Oh, sorpresa!… Mientras los carriles de la derecha tienen sólo cuatro vehículos en espera, los espacios a que hemos hecho referencia tienen frente a ellos unos 9 vehículos… La situación anterior parece repetirse, y ahora ¡bajo el inclemente aguacero!… Es ahora, cuando Píndaro exclama, ya incómodo: “¿Cuándo aprenderemos y seremos educados correctamente?… ¿Quién tomará el toro por los cuernos?”… Herminio no se hace esperar y comenta: “¿Para qué entonces se paga de antemano el Paso Rápido?”… La pregunta ah quedado en el aire para que el que tenga vela en este entierro la muestre.

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