Una sociedad, que no debe estar llamada a vivir de ilusiones alimentadas por promesas, refleja inevitablemente diversas insatisfacciones por la falta de solución a problemas acuciantes y de primer orden. En ellos hay que inscribir no solo el vacío casi total de castigo a la corrupción pública y privada; ahí está la crisis energética de siempre: apagones y tolerancia al consumo sin pagar que erosiona las finanzas públicas. Ahí está el largo colapso del sistema asistencial causado por yerros impunes que desampara a quienes necesitan de hospitales eficientes para sanarse o no morir.
Ahí está el mal contado azote de la delincuencia. Ese que la Policía ve decrecer en el mismo lapso en el que 14 de sus agentes fueron asesinados en servicio. Ahí está el doble desastre urbano y social de campos y ciudades albergando inmigrantes que escapan a reglas y leyes sobre asentamientos humanos y convivencia. Proyectándose la impresión de que este es un país sin restricciones sobre sus límites geográficos, con unas autoridades de insuficientes métodos y voluntad política para poner la casa en orden, tardías además en aplicar normativas de tránsito para sacar a la nación de la alta y mortal incidencia de los accidentes. Han faltado además, políticas que dinamicen la actividad económica con mayor vocación para la creación de empleos. El más grande y frustratorio “ejército” civil de este país lo componen jóvenes que no estudian ni trabajan.
La inseguridad en el tránsito
El transporte público de República Dominicana no solo es abusivamente caro, desordenado e ineficiente como mostró un estudio reciente. Es además elevado peligro para el ciudadano con dolorosos balances de muertos y heridos cada año. Las líneas de minibuses y autobuses interurbanos acumulan el mayor récord de tragedias múltiples en las carreteras y autopistas.
Alta es la incidencia de accidentes causados por choferes del llamado concho que incurren en temeridades y violaciones a normas de conducción segura en vehículos defectuosos. Y el motoconcho, distorsionante por definición, pertenece al medio de locomoción que anualmente es responsable del 80% de las muertes por sucesos en vías públicas. Hacer valer la ley de tránsito sería una forma efectiva de salvar vidas y evitar muchos casos de invalidez.