Madrid. La madrugada del domingo al lunes volverá a repetirse un eclipse total de Luna, un fenómeno astronómico que supone, además de un deleite para los aficionados, una oportunidad para que la ciencia profundice en el conocimiento del satélite y trate de comprender mejor los complejos eventos que tuvieron lugar durante la formación del Sistema Solar.
Porque aunque es el único astro al que ha llegado una misión tripulada, la Luna esconde todavía muchos secretos, y entre ellos por qué son tan diferentes la cara visible y la cara oculta; incógnitas y desafíos que han reactivado el interés de varias agencias espaciales por regresar al satélite y por escudriñar misterios sobre su formación y su historia.
A las 2-28 horas GMT del próximo lunes (las 4-28 en la península) la sombra de la Tierra empezará a ensombrecer la Luna y una hora después (a las 3-29 GMT) comenzará el eclipse total, que se prolongará hasta las 4-54 GMT de la madrugada, y a las 5-55 horas (las 7-55 en la península) el satélite recuperará todo su esplendor tras uno de los eclipses más largos de las últimas décadas.
Fuentes del Observatorio Astronómico Nacional (OAN) español han aclarado que el eclipse será visible desde gran parte del mundo (en la mayor parte de Europa, África y América), que en España se podrá ver como total y que la observación puede hacerse a simple vista, porque ni requiere instrumentación especial para contemplarlo ni entraña ningún peligro.
A diferencia de los solares, que pueden ser vistos solo desde una parte relativamente pequeña de la Tierra y que duran unos pocos minutos, un eclipse lunar puede se puede ver desde cualquier parte de la Tierra en la que sea de noche y se prolonga durante varias horas, según la información facilitada por el Observatorio español.
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Numerosas instituciones científicas y agencias espaciales han programado eventos especiales con motivo de este evento astronómico y para divulgar algunas de los aspectos y proyectos científicos más relevantes de la exploración lunar, entre los que destaca el programa Artemis que lidera la NASA para volver a la Luna con misiones tripuladas.
El astrónomo del OAN Mario Tafalla ha subrayado el interés de los eclipses para los aficionados, pero también el papel que históricamente han desempañado para determinar parámetros fundamentales para la ciencia, como el diámetro de la Luna o la distancia exacta a la que se encuentra.
En declaraciones a EFE, Tafalla ha observado que aún en la actualidad es posible realizar medidas únicas durante un eclipse total de Luna y ha precisado que precisamente el color rojizo que adquiere durante la fase de totalidad permite medir propiedades de la atmósfera de la Tierra, o que el menor brillo de la Luna a pesar de estar en fase llena facilita las medidas que se realizan rebotando un rayo láser en la superficie de la Luna y medir el tiempo que tarda la luz en regresar a la Tierra.
“Conocer mejor la Luna nos ayuda a comprender los complejos eventos que tuvieron lugar durante la formación del Sistema Solar”, ha señalado el astrónomo, y ha precisado que este satélite es “anómalamente grande” comparado con los satélites de los planetas rocosos más cercanos a la Tierra.
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La mejor explicación de esa anomalía es que la Luna se formó por la colisión de la proto-Tierra con un objeto del tamaño de Marte durante las primeras etapas de la formación del Sistema Solar, ha explicado el astrónomo.
“Entender cómo sucedió esa colisión nos ayuda a reconstruir el violento pasado en el que se formaron los objetos que ahora vemos orbitar alrededor del Sol».
Tafalla apunta algunos de los secretos que todavía esconde la Luna, y entre ellos por qué la cara visible tiene esas formaciones basálticas (“mares«) y la cara oculta está más densamente cubierta de cráteres, o la posible presencia de agua en el interior de los cráteres situados en sus polos, lo que podría permitir en el futuro la instalación de bases lunares.
Los eclipses, y sobre todo los totales, son una oportunidad para escudriñar algunos de esos secretos; una oportunidad que volverá a repetirse en algunas regiones del mundo el próximo 8 de noviembre, aunque en España no se producirá un evento astronómico similar hasta el 14 de mayo de 2025.