Ecuador: estupor, impotencia y miedo de la población por la ola de violencia

Ecuador: estupor, impotencia y miedo de la población por la ola de violencia

Pedro Briones

En Ecuador el dirigente local del partido de la candidata presidencial Luisa González, Pedro Briones, afín al exmandatario Rafael Correa, fue asesinado la víspera, cinco días después del crimen del presidenciable Fernando Villavicencio.

El asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio ha hundido a la población ecuatoriana en un torbellino de sentimientos encontrados: miedo, ira, desesperación, impotencia.

Fernando Villavicencio
Fernando Villavicencio, fuente externa

El país ha sido declarado en estado de excepción y los militares han sido desplegados en las calles. Uno podría pensar que algo de tranquilidad ha regresado al Ecuador gracias a estas medidas. Sin embargo, no lo sienten así numerosos habitantes, como Alfredo Dávalos: «Siento consternación, shock, rabia. Rabia de que después de que Ecuador fuera considerado una isla de paz, durante tantos y tantos años, ahora el país se les haya ido de las manos».

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Sophie Beltrán, funcionaria pública, culpa sobre todo al gobierno, pero considera que la ciudadanía no está exenta de culpa. «Estoy decepcionada por el país; decepcionada no solo del gobierno en general, sino de las decisiones que hemos tomado como ciudadanos para entregar el poder a gente que no ha sido capaz de cuidar a la ciudadanía».

Para los analistas, la ola de violencia entre bandas de narcotraficantes, llamados aquí GDO (Grupos de Delincuencia Organizada), no es una sorpresa. Según el coronel Mario Pazmiño, ex director de inteligencia del ejército ecuatoriano, todo empezó hace unos 20 años cuando los narcos golpeados en Colombia buscaron un país de reemplazo: «Es un país donde las fronteras son altamente permeables, reina la corrupción y la justicia puede ser comprada. Un país en el que tenemos la oportunidad de lavar dinero. Si, en el mejor de los casos, también es un país dolarizado, pues bienvenido sea. Esa es la descripción del país en que se ha convertido hoy Ecuador».

En este panorama hay que incluir a los ecuatorianos que se ponen entre las manos de «coyotes» o traficantes de personas para buscar mejor suerte en el extranjero. Los pedidos de visa se han disparado: más de 800.000 en todas las embajadas, según el analista Gustavo Isch. El año pasado era para buscar empleo, ahora es para huir de una realidad que, según Isch, «ya llegó al punto de no retorno; creo que estamos viviendo en una narco-democracia».

Incluso algunos refugiados como la venezolana Yasmina Hera, quien llegó al Ecuador con su familia hace seis años, empiezan a pensar en partir al extranjero con destino a países menos caóticos: «Yo saldría de Ecuador si se me presentara la oportunidad pensando en el bienestar de mis dos hijos, por su seguridad y su salud mental. Ellos desean partir, tienen temor. Me dicen: “Mamá, me quiero ir de aquí, no quiero seguir aquí, no tengo porvenir en Ecuador».

A pesar de las declaraciones marciales de las autoridades, los atentados siguen. Por el momento, no hay nada que pueda tranquilizar a una población enojada con su gobierno, incapaz de garantizar su seguridad.

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