Eduardo Galeano,la voz de los sin voz

Eduardo Galeano,la voz de los sin voz

Redacción Internacional EFE.  El escritor y periodista uruguayo Eduardo Galeano, que dedicó su obra a dar voz a los que no la tienen en América Latina, murió hoy a los 74 años en un hospital de Montevideo después de una larga lucha contra el cáncer.

Desde la publicación de “Las venas abiertas de América Latina” en 1971, las obras de Galeano se convirtieron en clásicos de la literatura política del continente siempre en defensa de los oprimidos y marginados.

Con un estilo de difícil clasificación, entre la crónica periodística y la erudición histórica, Galeano trazó artesanalmente con, en algunos casos, brevísimos trazos, el perfil de un continente con sus alegrías y tragedias durante más de cinco siglos. Los tres tomos de “Memoria del fuego”, un recorrido por la historia latinoamericana a través de grandes y pequeñas anécdotas, son la obra magna de un autor que prefería mirar por el ojo de la cerradura para desentrañar los misterios históricos.

Muy joven, cuando Uruguay era conocido como la “Suiza de América» (un presidente de ese país, Luis Batlle, bromeaba diciendo que Suiza era el Uruguay de Europa), Eduardo Hughes Galeano comenzó su carrera como caricaturista (firmaba “Gius») y periodista en la mítica revista “Marcha” de Carlos Quijano.

Referente del periodismo progresista latinoamericano durante años, “Marcha” fue una de las víctimas de la dictadura uruguaya que se instaló en ese país en 1973. Perseguido por la dictadura, Galeano se exilió en Buenos Aires, donde fundó y dirigió la revista “Crisis” y de donde tuvo que marcharse cuando los militares se hicieron con el poder en 1976. “Me fui de Uruguay porque no me gusta estar preso y de Argentina porque no me gusta estar muerto”, recordaba en las amenísimas tertulias con sus amigos.

Establecido en Barcelona (España) junto con su esposa Helena Villagra, Galeano continuó su obra con un claro acento latinoamericano que no empañó en absoluto la distancia. Aunque todos sus ancestros fueron europeos, el autor uruguayo siempre tuvo una fuerte inclinación por el mundo indígena de cuya causa fue un activo militante. No sólo aparecen presidentes y mariscales, campesinos y artesanos también tienen protagonismo.

“Las venas abiertas de América Latina” era descrita por él como “una contra-historia económica y política con fines de divulgación de datos desconocidos”, y con esta obra obtuvo el Premio Casa de las Américas de Cuba y, dos décadas más tarde (1999), el Premio a la Libertad Cultural de la Fundación Lannan de EEUU, dedicada a promocionar la literatura contemporánea y las artes visuales. Un libro que está ligado a una anécdota- en 2009 el entonces presidente venezolano, Hugo Chávez, le regaló un ejemplar a su homólogo estadounidense, Barack Obama, durante la cumbre de UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas).

Curiosamente, y a pesar de que la historia latinoamericana está repleta de acontecimientos aciagos, Galeano los recreó con amor y con una llamada a la esperanza de lograr un mundo mejor lejos del pesimismo. Aunque nunca ostentó ningún cargo público, sus obras tienen un marcado carácter político aunque no descuidó otra de sus grandes pasiones- el fútbol. Con “El fútbol a sol y sombra” recreo en la esfera deportiva el método que siguió en el resto de su producción.

Galeano también publicó “Vagamundo” (1973); “La canción de nosotros” (1975); “Días y noches de amor y guerra” (1976); y “Los nacimientos” (1982), primer volumen de su trilogía “Memorias del fuego”, formada por “Las caras y las máscaras” (1984) y “El siglo del viento” (1986).

Después llegaron su ensayo “El libro de los abrazos” (1989); la novela ilustrada por el grabador brasileño José Francisco Borges “Las palabras andantes” (1993); “El fútbol a sol y sombra” (1995); “Patas arriba” (1998); “Bocas del tiempo” (2004); y sus relatos “Espejos. Una historia casi universal” (2008), publicados al año siguiente de que el escritor superase una operación de cáncer de pulmón. Galeano siempre mantuvo una relación de especial cariño con España.

En Barcelona fue operado de cáncer y periódicamente se sometía a chequeos allí. Durante su última visita, realizó una maratónica gira por toda la geografía española para presentar “Los hijos de los días». En el Café Brasilero, situado en la ciudad vieja de Montevideo y su segunda casa, ha quedado una silla vacía y triste.

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