Hace un tiempo, cuando fui embajador en Corea Sur, asistí a un evento de reconocimiento a estudiantes surcoreanos de parte de una empresa privada que incentivó la realización de investigaciones en las aulas escolares, para usar sus resultados como patentes y producirlos con fines de consumo masivo a nivel nacional e internacional.
Una de las claves del desarrollo de Corea del Sur, y lo he plasmado en mi libro El Rostro de la Esperanza, el Milagro de Corea del Sur visto por un diplomático, traducido al coreano por la Universidad de Hankuk, es la sinergia entre la academia, es decir, las aulas, el sector docente y estudiantil, con las empresas privadas mediante el apoyo del sector público.
En la pagina 79, del libro citado, mencioné: La investigación y la educación han sido factores decisivos en el repunte de la eocnomía coreana, de acuerdo a la impresión que me produjo el Instituto de Ciencia y Tecnología de Corea (KIST, por sus siglas en inglés), y con el cual se ha logrado un acuerdo de cooperación entre Corea y la República Dominicana.
En los años 60, sigo comentando en mi libro, (página 80), con un préstamo de un millón de dólares que le otorgó Estados Unidos, Corea del Sur comenzó un programa dedicado a la investigación y desde entonces se vinculó ese saber con la industria.
Existe una estrecha cooperación entre la investigación y la educación con las necesidades de expansión del sector industrial. Por ejemplo: hay un compromiso de cooperación entre la industria y los colegios o escuelas en Corea del Sur.
Se necesita incentivar más la investigación para usarla en el desarrollo de la industria, a fin no solo de tener a los niños y jóvenes con la mente ocupada, y también a los maestros, sino para que cuando terminen sus estudios no ingresen a la población que ni estudia ni trabaja. Y esa no es responsabilidad solo del sector público, sino también del sector privado.
Hay que ver el otro ejemplo que nos da Israel: con 69 años de existencia como Estado, dedica el 4,3% de su gasto a investigación y desarrollo. Ocupa el lugar 24 de 138 países, siendo el 2° en Innovación y 3° en cooperación entre universidades e industrias en el índice de competitividad del Foro Económico Mundial. Exporta desde agua y frutas hasta productos de alta tecnología, y cuenta también con centros innovadores vinculados a las empresas de punta en desarrollo tecnológico del mundo. Incluso se cree que tiene armamento nuclear.
En fin, de lo se trata, pues, es de reorientar la visión, enfantizando además de la educación, la investigación y el desarrollo.