Esta frase, cuya paternidad es de mi inolvidable hermano Octavio Augusto, es válida para resumir el accionar del Gobierno en el aspecto educativo, lo que sí equivale a una verdadera revolución educativa.
Las actuales autoridades no han podido ser más productivas, sobre todo porque cuando asumieron el poder, la educación estaba virtualmente secuestrada por un grupo político capaz de instrumentalizar el Gobierno, para enriquecer a unos cuantos y gran parte del Presupuesto Nacional para aupar a sus precandidatos a la Presidencia.
Cuando el ministro de Educación, Roberto Fulcar, anunció que iba a salvar el año escolar en peligro con un programa de educación virtual por medio del Internet, yo comenté positivamente ese programa, aunque manifesté mi preocupación por la falta de preparación de los maestros y estudiantes para esa empresa en plena crisis de la pandemia que padecemos, por lo cual sugerí el uso intensivo de la TV, la radio e incluso la prensa o cuadernillos para llegar a todas partes.
Recuerdo que los reclamos de la población para que se invirtiera el 4% del PIB en la educación fueron rechazados por el Gobierno de Leonel Fernández para el Presupuesto del 2012 con el apoyo del entonces candidato Danilo Medina; pero una vez ganadas esas elecciones contra todos los pronósticos gracias al uso desmesurado de los recursos del Estado, Danilo “descubrió” las virtudes del mismo e hizo suyo el proyecto, llamándolo “Revolución Educativa”, el que se convirtió en una gigantesca operación inmobiliaria, acompañada de una campaña propagandística multimillonaria, aunque ayudó a muchos con la “Tanda Extendida” a que los estudiantes tuvieran desayuno y almuerzo, pero sin aumentar la carga docente.
Las escuelas viejas no fueron reparadas, ni se compensaron con horarios aumentados para los estudiantes. En 8 años sus resultados fueron realmente decepcionantes.
En los últimos años los resultados de las pruebas internacionales PISA, nos colocaron en los últimos lugares en matemáticas, lectura comprensiva y ciencias, lo que refleja claramente la falta de visión de futuro y el afán de sacar beneficios políticos del Gobierno peledeísta en los últimos 8 años.
El ministro Fulcar y sus asesores abrazaron un programa omnicomprensivo que incluye toda la gama de recursos audiovisuales: TV, radio, teléfono, cuadernillos, utilizando personal altamente calificado, el monitoreo personal de los maestros y la participación activa de estudiantes y padres o tutores que en su conjunto han logrado un gran trabajo, no solo para salvar este curso, sino gran parte del año anterior, que fue suspendido a destiempo, con el apoyo y asesoría del PNUD y de UNICEF, que garantizan su idoneidad y transparencia.
Pero más importante que eso, sobre todo para los cursos más altos, está siendo la movilización humana que se ha despertado hacia la educación a distancia, y lo que ha significado para la incorporación de contenidos nuevos, así como la participación indirecta de la población adulta, la adquisición por los maestros de los recursos de comunicación y la eliminación de las actitudes negativas hacia el uso de medios audiovisuales que aún después de la pandemia producirán efectos positivos para el avance tecnológico de este país.
Así la campaña del Gobierno de educación a distancia en tiempos de pandemia es una operación ganar-ganar y confirma que educar es libertar…