Educar para la autonomía: clave para el éxito y el bienestar de nuestros estudiantes

Educar para la autonomía: clave para el éxito y el bienestar de nuestros estudiantes

Elisa Elena González

La escuela, desde su labor misional, tiene el compromiso de educar para la autonomía. La UNESCO señala que la autonomía es un aspecto clave para el éxito educativo y el bienestar de los estudiantes. Además, la implementación de programas y estrategias basadas en este aspecto puede tener múltiples beneficios.

En primer lugar, propicia que el estudiantado se sienta más motivado y comprometido en su proceso de aprendizaje; también contribuye al desarrollo de competencias analíticas, de pensamiento crítico y resolución de problemas; y impulsa el desarrollo de habilidades y competencias valiosas en el mundo laboral, todos con un común denominador: les permite tomar decisiones informadas y evaluar la información a la que acceden de manera crítica y acorde a su entorno.

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En la región, se han implementado programas exitosos que se enfocan en el desarrollo de habilidades socioemocionales y cognitivas, la toma de decisiones y la reflexión crítica como el programa “Escuela Autónoma” en Argentina, “Escuela Nueva” en Colombia y “Educar para la Vida” en México. Este tipo de estrategias harían que nuestras niñas, niños y jóvenes reflexionen críticamente y sean corresponsables de su propio bienestar y el de sus compañeros, formándoles como ciudadanos responsables y comprometidos y sin dudas es lo que queremos para ellos y ellas: la creación de un ambiente de aprendizaje donde la participación activa es el centro, en el que se valora la retroalimentación constructiva entre pares y la autoevaluación.

De igual manera la autonomía desarrollada desde la participación activa tiene un impacto positivo en la salud mental y el bienestar emocional de nuestros estudiantes, genera confianza en las habilidades y capacidades propias, mejora la autoestima, la capacidad para valorar potenciales riesgos psicosociales e identificar y solucionar problemas.

Paralelamente, beneficia a los docentes y al sistema educativo en general. Al desarrollar habilidades para que nuestras niñas, niños y jóvenes sean autónomos, el estudiantado tiene la posibilidad asumir mayores responsabilidades y protagonismo en su proceso de aprendizaje, lo que mejora el ambiente escolar y reduce la carga de trabajo para los docentes, al poder distribuir los roles y funciones de apoyo entre todos.  Además, los estudiantes tienen la apertura de ser creativos e innovadores al momento de abordar problemas y plantear soluciones.

Educar para la autonomía es educar para el éxito y para el bienestar, en consecuencia es una inversión en el futuro de nuestros chicos y de la sociedad en su conjunto.