Varias aeronaves DE EEUU salieron el sábado de la capital, Puerto Príncipe, y llegaron a la península sur, una región montañosa y en su mayoría rural donde se situó el epicentro del sismo del 14 de agosto.
En Jeremie, la gente saludaba y vitoreaba mientras una unidad de infantes de marina de Carolina del Norte bajaba de una nave Osprey con rotor llena de palés de arroz, lonas y otros suministros.
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Sin embargo, la mayoría del material no estaba destinado a Jeremie. Se distribuiría en remotas poblaciones de montaña donde los aludes de tierra destruyeron hogares y los pequeños terrenos de muchos agricultores de subsistencia en la zona, dijo Patrick Tiné, de Haiti Bible Mision, uno de los muchos grupos que coordinan la entrega de ayuda.
“Perdieron sus huertos, perdieron sus animales”, dijo Tiné cuando se tomaba un descanso de descargar cajas de arroz. “Las montañas se vinieron abajo y lo perdieron todo”.
A petición del gobierno haitiano, el objetivo actual del programa de ayuda estadounidense, de 32 millones de dólares, es llevar tan rápido como sea posible a esas personas, explicó Tim Callahan, líder de equipo de respuesta a desastres en la Agencia estadounidense de Desarrollo Internacional.
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En los primeros días tras el sismo de magnitud 7,2, que mató a más de 2.200 personas y dañó o destruyó más de 100.000 casas, la prioridad eran las operaciones de búsqueda y rescate.
Esas labores se vieron complicadas por los aguaceros de la tormenta tropical Grace y los daños del terremoto a puentes y carreteras, en una zona que ya antes tenía pobres infraestructuras.
La amenaza de pandillas en un país aún conmocionado por el asesinato el 7 de julio del presidente, Jovenel Moïse, también aumentó las dificultades para distribuir ayuda.
Como resultado, muchos haitianos se mostraban cada vez más impacientes con los esfuerzos de ayuda. “Intentamos llevar todo el material que podamos lo más rápido que podamos a las zonas más afectadas.
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Si haces eso, el nivel de frustración baja”, dijo Callahan entre el ruido de los helicópteros en el aeropuerto de Puerto Príncipe, donde tropas estadounidenses y trabajadores civiles cargaban naves con palés a pleno sol.
Ahí es donde entra el Ejército de EEUU. Tropas dirigidas por el Comando Sur, con sede en Miami, han entregado por ahora más de 120.000 kilos (265.000) libras de suministros.
Se esperaba que la misión de EEUU durase al menos varias semanas más, aunque estaba por ver si sería suficiente para que la gente pudiera sobrellevar el resto de la temporada de huracanes.
“La gente necesita comida, agua, carpas, lonas”, dijo Wilkens Sanon, de la Fundación Misión de Esperanza, otro grupo que trabajaba con Estados Unidos para llevar la ayuda a la gente más necesitada. “Está muy, muy mal ahora mismo”, dijo.