Washington – La energía e indignación de la resistencia demócrata se enfrenta hoy a la fuerza bruta del Partido Republicano del presidente Donald Trump, cuando los votantes de diversas partes de Estados Unidos decidían si los demócratas debieran controlar al menos una cámara del Congreso por primera vez en la era de Trump. La recaudación de fondos, las encuestas y la historia no estaban del lado del presidente.
Sin embargo, dos años después de una elección que demostró que las encuestas y pronósticos estaban equivocados, un aire de incertidumbre – y tormentas en algunas partes del país – ocultaba el resultado de las elecciones, desde Florida hasta Alaska, y todo el territorio entre ellos. Los ansiosos republicanos expresaron en privado su confianza de mantener su estrecha mayoría en el Senado, pero temían perder la Cámara de Representantes.
También estaban en riesgo las importantes gubernaturas de Florida, Georgia y Wisconsin. Durante las primeras horas de la votación, las largas filas y máquinas descompuestas obstaculizaron los comicios en algunos distritos, incluidos algunos en Georgia, donde los votantes reportaron esperar hasta tres horas para votar en una reñida contienda para la gobernación.
Más de 39 millones de estadounidenses ya han votado, ya sea en persona o por correo, superando los récords de votación adelantada en 37 estados, según un análisis de The Associated Press.
Trump motivó a los votantes a considerar la primera elección a nivel nacional de su presidencia como un referendo a su liderazgo. Con la economía creciendo, también apostó a un mensaje de cierre xenofóbico, en el cual advirtió de una «invasión» inmigrante que prometía propagar crímenes violentos y drogas en el país.
Varias televisoras, incluida la favorita del presidente Fox News Channel, sacaron del aire un anuncio de campaña de Trump la víspera de la elección porque su caracterización de un inmigrante asesino llegó demasiado lejos. La popularidad del presidente, de 40% según Gallup, es la menor para el primer periodo de cualquier presidente en la era moderna.
Tanto Barack Obama como Bill Clinton estaban 5 puntos por arriba en el mismo periodo, y ambos sufrieron fuertes derrotas en las elecciones legislativas de 63 y 54 escaños de la cámara baja respectivamente.
Los demócratas necesitan recuperar dos docenas de bancas el martes para lograr la mayoría en la Cámara de Representantes y dos para el Senado. Los 435 escaños de la Cámara de Representantes estaban en la contienda, aunque menos de 90% se consideraban reñidos.
Otras 35 curules del Senado están en juego, así como casi 40 gubernaturas y el balance de poder en prácticamente cada legislatura estatal. Los demócratas, cuya relevancia en la era Trump depende de hacerse con al menos una de las cámaras del Congreso, se centraron en la atención médica y predijeron triunfos que romperían el monopolio republicano en Washington y en los gobiernos estatales. Jay Hutchins, un demócrata que votó en Silver Spring, Maryland, un suburbio de Washington, está entre aquellos insatisfechos con Trump y el Congreso.
«Para nada estoy satisfecho con el liderazgo de Trump. Creo que intenta dividir a este país», dijo Hutchins, director ejecutivo interino de un grupo intercesor en temas laborales.
Sin embargo, en Ohio la republicana de 60 años Judy Jenkins dijo que sólo votaba por candidatos republicanos. Antes lo hacía por candidatos de los dos partidos principales, agregó, pero juró nunca apoyar a un demócrata por cómo trataron al nuevo juez de la Corte Suprema Brett Kavanaugh durante su proceso de confirmación. Los republicanos «realmente han traído el cambio», dijo. «Por eso nuestra economía crece así. Quizás no son perfectos, pero ¿quién lo es?».