WASHINGTON — La turbulenta campaña electoral que puso a prueba el estilo político de tierra quemada del presidente Donald Trump contra la fuerza de la resistencia demócrata llega a su fin: los estadounidenses votan el martes en las primeras elecciones nacionales de la era Trump.
Y, por el momento, nada es seguro.
Los republicanos ansiosos manifestaron en privado su confianza en mantener su estrecha mayoría en el Senado, pero temen perder la Cámara de Representantes. Trump, la voz principal del Partido Republicano, advirtió que las victorias significativas de los demócratas podrían tener consecuencias devastadoras.
“Si los demócratas radicales toman el poder destruirán nuestra economía y nuestro futuro”, declaró Trump en Cleveland, echando mano de la misma retorica acalorada que ha definido gran parte de su presidencia. “La agenda demócrata es una pesadilla socialista”.
Los demócratas, cuya relevancia en la era Trump depende de hacerse con al menos una de las cámaras del Congreso, se centraron en la atención sanitaria y predijeron triunfos que romperán el monopolio republicano en Washington y en los gobierno estatales.
“Han tenido dos años para darse cuenta de cómo es tener a una persona desquiciada en la Casa Blanca”, dijo el gobernador de Washington, Jay Inslee, líder de la Asociación de Gobernadores Demócratas. “Este es un despertar para el Partido Demócrata”.
Los demócratas podrían hacer fracasar la agenda legislativa de Trump para los próximos dos años si ganan la mayoría en la cámara baja. Y más importante aún, quizás, es que tendrían poder legal para investigar los muchos deslices personales y profesionales del presidente.
Algunos demócratas ya se comprometieron a forzar la publicación de sus declaraciones fiscales, mientras que otros prometieron intentar un juicio político, aunque su salida de la Oficina Oval parece poco probable mientras los republicanos controlen el Senado o mantengan una minoría considerable.
El futuro de los demócratas depende de una delicada coalición de votantes no habituales _ especialmente jóvenes y minorías _ que normalmente no participan en los comicios de mitad de legislatura.
Si hubo alguna vez un año para que los votantes jóvenes rompan con la tradición, es este. Los más jóvenes prometieron votar en masa mientras participaba en multitudinarias protestas tras la balacera masiva del pasado febrero en una escuela secundaria de Parkland, Florida, que dejó 17 estudiantes y trabajadores muertos.
Los demócratas están basando su fuerza en las mujeres y en votantes con formación universitaria en general, que se lanzaron definitivamente contra Trump desde su elección. Las encuestas sugieren que la coalición republicana que llevó al poder a Trump a la Casa Blanca es cada vez más vieja, blanca, masculina y con menos probabilidades de tener título universitario.
Los demócratas cuentan con una diversidad nunca vista antes en sus boletas.
Tres estados podrían elegir a sus primeros gobernadores afroestadounidenses, mientras que varios más tienen candidatos LGBT y musulmanes. Una cifra record de mujeres se presentan a puestos en el Senado, en la Cámara de Representantes, en las gobernaciones y en cámaras legislativas estatales.
“La gran mayoría de las mujeres están enojadas, frustradas y cansadas de ver a dónde las está llevando el Partido Republicano, especialmente en lo relacionado con la sanidad y los derechos civiles”, dijo Stephanie Schriock, presidenta de la organización EMILY’s List, un grupo que apoya a mujeres demócratas durante la campaña. “Van a ver la mayor brecha de género que hayamos visto nunca”.
La realineación política de la era Trump, marcada por la evolución de las divisiones por raza, género y nivel educativo, podría reformular la política estadounidense durante una generación. Los cambios demográficos también reflejan los argumentos finales de las dos grandes formaciones.
Mientras la economía sigue prosperando, Trump dedicó gran parte de los últimos días de la campaña a criticar a la caravana de migrantes centroamericanos que se dirige a la frontera de Estados Unidos para solicitar asilo. Envió más de 5.000 soldados a la región y llegó a sugerir que las tropas podrían utilizar fuerza letal contra los migrantes que arrojen piedras, aunque luego se retractó.
En privado, los republicanos han animado al presidente a dar marcha atrás, aunque en vano.
Los demócratas, por su parte, recurrieron a su caballo de batalla: la sanidad.
“La atención sanitaria está en la boleta”, dijo el expresidente Barack Obama a voluntarios demócratas en Virginia. “La atención sanitaria para millones de personas. Voten, pueden salvar una vida”.
Los resultados del martes dependerán de panoramas drásticamente distintos en las carreras a la Cámara de Representantes y al Senado.
Las principales pugnas por escaños en la cámara baja están en suburbios donde votantes con mayor grado de educación y riqueza criticaron la presidencia de Trump, pese a la fortaleza de la economía. Los demócratas se vieron alentadas por una ola de retiros republicanas y por una enorme ventaja en la recaudación de fondos. Necesitan ganar dos docenas de bancas para hacerse con la mayoría.
Sin embargo, el reto que enfrentan en el Senado es más complicado. Los demócratas están prácticamente a la defensiva en estados rurales en los que Trump sigue siendo popular. Hay senadores demócratas que optan a la reelección, por ejemplo, en Dakota del Norte, Virginia Occidental y Montana, estados en los que el presidente alcanzó un promedio de 30 puntos porcentuales hace dos años.
Los demócratas necesitan sumar dos nuevos senadores para controlar la cámara.