El 2016 dejó cimientos para un 2017 de mayores preocupaciones sociales. Es posible que muchos dominicanos y dominicanas perciban este artículo como un pensamiento excesivamente pesimista, desesperanzador y cargado de negativismo.
No, no somos pesimistas, sin somos realistas de un sistema de gobierno fracasado y un estilo de gestión que viene practicando las mismas acciones, las mismas políticas. En nada ha cambiado, y así se comienza a evidenciarse en los primeros días del nuevo año.
Hemos partido de referentes desfavorables socialmente, de hechos, de inconductas, de tragedias humanas, de escándalos que durante el 2016 vienen ocurrieron sin precedentes en la historia.
En consecuencias, no nos queda más que partir de un referente negativo para iniciar el nuevo año 2017, ya que están los mismos actores conduciendo el país.
A nuestro entender, la trayectoria del 2017 podría venir acompañada de presagios similares o peores al 2016. No hay dudas de que el costo de la vida empeorará, porque así lo reflejan las medidas tomadas en el Presupuesto Nacional.
El 2017 presagia ser un año de incertidumbre, de desasiego social. Se continuará el mismo descontento social, aumento del desempleo y la pobreza, que son dos causales que generan actos delictivos, suicidios y frustraciones en los jóvenes y padres de familias que no ven salidas a sus situaciones.
Vendrán más demandas sociales, más cuestionamientos a la corrupción y más impunidad porque la justicia que tenemos no es imparcial, y también esta corrompida en gran parte. Entonces, qué bueno podemos esperar para el nuevo año.
Si es lógico, que quienes disfrutan del poder, quienes tienen grandes riquezas acumuladas, quienes reciben lujosos salarios, sí podrán seguir fortaleciendo sus bienes y disfrutando sus vidas; lo que no ocurrirá con miles y miles de dominicanos. Son estos los preludios de un año incierto que nada bueno nos augura, debido a que las bases para ellos, no se han creado.
Pues hasta que no haya un cambio en los sistemas de gobiernos, económicos y demás sistemas que conforman la estructura del Estado y la administración pública, la sociedad dominicana seguirá del mal en peor. Endeuda, atrasada, desorganizada, sin visión y desintitucionalizada.
No obstante, a pesar de todos, ojalá que Dios nos eche su mirada y haga que las cosas cambien positivamente.