El 4%: un reflejo de la patología social

El 4%: un reflejo de la patología social

José Miguel Gómez

Por décadas los políticos han demostrado que no son buenos administradores. Los técnicos, con el tiempo han puesto en evidencia que no son buenos políticamente. Los líderes sindicales han dejado constancia de que ni son políticos, ni técnicos, ni hacedores de cambios para gerenciar políticas públicas eficientes y eficaces.

La sociedad civil ha sido víctima de los tres, sin poder desmontar el sistema de creencia, ni construir paradigmas y utopías que modifiquen la vieja cultura de la patología social dominicana con los servicios públicos.

Los economistas, buscando y creando los incentivos para crear algo bueno o mejor, tampoco lograron que el 4% en la educación pudiese alcanzar la diferencia entre la educación pública y privada, ni en la salud, ni en la energía, ni en el tránsito, ni en agua potable, ni en los resultados de la economía del comportamiento.

El 4% desde sus inicios lo fueron mal gerenciando, lo transitaron por el clientelismo, populismo, grupismo, repartición, corrupción, pobre gerencia y mala publicidad hasta convertirlo en crónica de una muerte anunciada.

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El dinero no era el problema, ni los incentivos, ni el aumento de sueldo, ni la Tanda Extendida, ni las estancias infantiles, ni la educación bilingüe, ni el desayuno escolar, ni asesores, ni modelos copiados etc.

El problema era la patología social, el aprendizaje y la cultura de una sociedad enferma, moral y socialmente, que se niega a comportarse diferente, a ser distinta, para obtener nuevos resultados sociales.

En el 4% no valió incentivos económicos, sociales ni morales, ni reforzadores, premios, asesoría y modelos copiados; todo fracaso, peor aún, se volvió hacia atrás, como con el viejo modelo vertical de una enseñanza tradicional.

La sociedad apostando a la educación como modelo, transformación y de desarrollo social y espiritual; para crear nuevos ciudadanos, mejores personas y personas más educadas que ayuden a cambiar la mentalidad del siglo XIX y XX, demandaran entonces, el 4% del PIB para la educación.

Los resultados décadas después: pobre preparación de docentes con calidad para producir mejor enseñanza. Con ese 4% los niños y preadolescentes no saben leer, ni comprenden, ni pueden asociar dos párrafos para explicarlo. Tampoco saben de matemáticas, historia, ni las nuevas lenguas que le ayuden a competir con la inteligencia artificial del siglo XXI.

La inversión de la Tanda Extendida no se pudo adquirir cultura, desarrollo de habilidades y destreza para socializar, fortalecer el espíritu y cambiar comportamientos y nuevos resultados de vida.

El diagnóstico para luchar por el 4% fueron: planta física escolar destruidas, clases bajo árboles, en casa de vecinos y clubes; sin energía eléctrica, sin agua potable y sin área de deportes.

Los profesores sin ayuda tecnológica, desactualizados, sin libros y mal pagados. Con una deserción escolar alta, más analfabetos funcionales, y las universidades formando profesionales con lagunas en todas las áreas, producto de una escuela de pobre desempeño.

La salida y alternativa es, gerenciarlo bien, transparentarlo eficientizarlo, con fiscalización, prioridad y buen desempeño por área, y pagando el resultado según lo obtenido. Con menos políticos, mejores técnicos, con sindicatos mas comprometidos y menos politizados que, acepten la productividad, el desempeño y la preparación como medición para estar y mantenerse en la escuela.

El 4% hay que mantenerlo, cuidarlo y gerenciarlo de forma eficiente para invertirlo en el desarrollo integral y humano de la educación dominicana.