Washington.- Consciente de que la mayoría de estadounidenses está en contra de las políticas restrictivas contra el aborto, el expresidente Donald Trump (2017-2021) está llevando a cabo una maniobra política para intentar mostrarse menos radical, un movimiento insuficiente para blanquear su figura como el gran abanderado del antiabortismo.
El pasado lunes, en un paso calculado y programado, el virtual candidato presidencial republicano publicó un vídeo en su red Truth Social en el que descartó impulsar una prohibición a nivel nacional y dijo que la legalidad del aborto debería quedar en manos de cada estado.
Y este miércoles afirmó que Arizona «fue demasiado lejos» después de que el tribunal superior del estado emitiera un fallo que prohibía el aborto a menos que la vida de la gestante esté en peligro.
Estos intentos de suavizarse a sí mismo chocan contra su reiterativo mensaje en el que se jacta siempre de haber sido el facilitador (al nombrar jueces conservadores) de que el Tribunal Supremo (TS) tumbara en 2022 la sentencia Roe vs Wade, que había protegido a nivel federal el aborto durante décadas.
En opinión de Thomas Whalen, profesor de Ciencias Sociales de la Universidad de Boston, el cambio de discurso es «un cálculo político» motivado porque está «preocupado» por Florida y por «algunos de los estados indecisos», en los que el aborto será «un tema crucial para decidir por quién votarán», por ejemplo, las mujeres de clase media.
«Dado lo pequeños que son los márgenes en los estados críticos como Míchigan, Wisconsin y Pensilvania», para Trump «podría marcar la diferencia entre ganar y perder» ya que el aborto «estará en el centro de la mente de los votantes en noviembre», explica a EFE.
Desde el fin de la doctrina ‘Roe contra Wade’, más de una veintena de estados conservadores han llevado a cabo un ataque frontal contra los derechos de las mujeres al implementar restrictivas leyes contra el aborto.
Todo ello pese a que los ciudadanos en las urnas hayan dicho sí a la libertad de elegir en comicios celebrados en lugares como Ohio o Kentucky.
Hasta ahora, Trump siempre había visto los ataques al aborto como una táctica para ganar el apoyo de los radicales conservadores, incluidos los MAGA, base de su electorado, y por ello se había inclinado por la llamada opción «pro vida».
Así lo recuerda a EFE el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Ohio Paul A. Beck, quien añade que antes de ser político «parecía estar a favor del derecho a elegir», como parte de su «oposición a la intromisión del Gobierno en la vida privada».
Pero hoy el expresidente se encuentra en «un dilema» y está jugando a intentar «atraer votos de ambas partes», apostando por mensajes «ambiguos».
«No le preocupa la hipocresía de cambiar de postura. La necesidad de movilizar a sus bases lo atrapa en la opción pro vida, pero aún así seguirá dando vueltas en torno a este tema y confiará en que se desvanezca», afirma.
Todo lo contrario hará el Partido Demócrata, quien está poniendo el aborto en el centro de su campaña y se prevé que así siga siendo.
El presidente, Joe Biden, lo menciona con frecuencia y la Casa Blanca ha puesto a la vicepresidenta, Kamala Harris, como punta de lanza en la defensa de los derechos de las mujeres.
La campaña del presidente está invirtiendo cuantiosas cantidades en anuncios de televisión, especialmente en los estados bisagra, que critican y expanden el mensaje antiabortista de Trump.
Pese al intento de blanquearse a sí mismo, para las organizaciones de defensa de los derechos a abortar las palabras de Trump no cambian nada.
«Son completamente huecas y sin sentido», cuenta a EFE Sabrina Talukder, directora de la Iniciativa de Mujeres del Center for American Progress Action Fund.
Así, aunque Trump intente ahora parecer más moderado, «nada en su historial presidencial muestra que no promulgaría una prohibición nacional del aborto», sostiene.
Una visión similar tiene Planned Parenthood: «De presentarse la oportunidad, Trump firmará toda ley en contra del aborto puesta frente a él», apuntan en un comunicado.
«No se puede confiar en Trump y dirá lo que sea necesario para regresar a la Casa Blanca», añade la organización, la más grande de Estados Unidos que asiste a las mujeres en su salud reproductiva.