Por muchos años fue un tema poco tratado, ausente de los debates y postergado de las agendas en la vida laboral y social. Se hablaba en la vida cotidiana en tono bajo y curso lento. Se tenía la sospecha en el trabajo, la familia, la iglesia, en la comunicación, en cualquiera actividad donde exista una relación de poder, de control o subordinación se corre el riego del acoso sexual.
El cuerpo y esqueleto del acoso sexual se sostiene en una persona perturbada en su desarrollo psico-sexual, con algunos rasgos y trastornos de personalidad, y una estructura de fantasías sexuales morbosas, enfermizas, descontrolada, y una autogratificación e incapacidad para posponer o controlar el impulso sexual; más, una pobreza en el “súper yo” para discriminar la parte moral, el daño, la consecuencia y el derecho violentado de la otra persona.
El acosador infiere en sus creencias distorsionadoras y limitantes, que la otra persona le ha seducido, le ha provocado, le ha dado lectura de provocación, para que él se pueda dar el permiso de actuar. Y, ante estas inferencias, se encuentran validada o “legitimizada” con un contrato, o control económico, de estatus, o de rolesdonde existe una relación vertical de un “jefe” y un “subalterno”, entonces, el acosador se siente o se infiere el derecho de acosar a su víctima; de lo contrario, la chantajea, la manipula, le amenaza, la compra, la confunde y la culpabiliza o la victimiza para lograr sus objetivos.
Pero, ¿dónde se práctica más los acosos sexuales? donde existen roles, asignaciones y poder de una persona sobre otra: familia reconstruida, disfuncionales y de dinámicas frágiles, de poca supervisión, con modelos permisivos, y de pocos controles. Pero también, en trabajos donde no existen normas claras, derechos consignados o políticas de recursos humanos con prevención con temas de trabajos saludables, salud mental y proyectos de vida digna.
¿Quiénes o qué características tiene las víctimas del acoso sexual? niñas o adolescentes que viven el apego ambivalente e inseguro, con pobre comunicación y fiscalización de sus casas; o mujeres poco empoderadas, desconocedoras de sus derechos, con baja autoestima, con miedos sociales, sometidas al acatamiento social y a un sistema de creencias y controles machistas que las imposibilita y las somete a la sumisión. Ese sometimiento va desde el bajo salario hasta la falta de oportunidad, pobreza, exclusión social, despido laboral, indiferencias y anulación de la visibilidad socio laboral y negación de políticas de género.
¿Cuál es el perfil del acosador sexual? A veces es muy difícil de establecer, puede ir desde la persona muy formal, muy agradable, de “sana presencia”, ofertador de la ayuda, el cuidador, el guía espiritual, el tutor, “el jefe”, etc. hasta el impulsivo, manipulador, ausente de sentimientos y de vergüenza, sin resaca moral en el comportamiento que asume y en los daños que provoca. Pero siempre es alguien que tiene algún poder o control sobre su víctima, de comportamiento recurrente, y de estilo de vida “dudoso” que sabe y olfatea a sus víctimas y su entorno; pero sobre todo, que descubre la necesidad socio-afectiva, y las carencias de las personas acosadas.
Esos comportamientos de acoso, abuso, maltratos sexuales y violaciones, todos están sustentados en tocar, proponer o usar el cuerpo, la dignidad de la otra persona, sin su permiso, sin su aprobación o consentimiento, dañándole o trastornándole su vida.
Los daños psicoemocionales y sociales incluyen el estrés agudo, trastornos de ansiedad, depresión, bajo desempeño laboral y escolar, escapismo social, estrés postraumáticos, pánico, trastornos psicosomáticos y suicidio.
¿Qué hacer para prevenir el acoso sexual? Las familias, la sociedad, las empresas, universidades, las instituciones, las escuelas y las iglesias deben de hablar, sensibilizar y psicoeducar para prevenir el acoso sexual.
Literalmente estimular a las víctimas acudir al Ministerio Público, a la Policía, al Departamento de Recursos Humanos en la empresa. Cuando es en la escuela se debe acudir al Departamento de Orientación y Psicología.
En cada espacio se debe hablar, reflexionar estos temas, para estimular a que las personas que puedan ser víctimas de acoso sexual, sepan dónde ir, con quién hablar, dónde denunciarlo, o a quién contar sus experiencias traumáticas.
El mundo está de pies contra el acoso sexual, la violencia sexual, y la violencia de género. Nuestra sociedad debe de marchar y empoderarse contra el acoso sexual.