Madrid, España. La marcha de Iker Casillas del Real Madrid es un desgarramiento muy doloroso para la mayoría de los hinchas de ese club y muchísimos otros aficionados que admiran al mejor portero español de las últimas dos décadas.
La niebla de las últimas negociaciones, de la emocionante (o desagradable, si usted quiere) despedida solitaria y lacrimosa de Casillas en sala de prensa, y del homenaje público organizado posteriormente por el club, no impide vislumbrar la tensión entre el portero y la directiva, en particular el presidente.
Florentino Pérez observa a Iker Casillas mientras el exportero del Real Madrid se dirige a los periodistas.
En sus declaraciones a los periodistas, el lunes, Florentino Pérez insistió enfáticamente en que Casillas se iba porque quería, ya que el club quiso retenerlo. Agregó que «Iker quiso una despedida simple y austera», y que «estamos trabajando para hacerle un partido homenaje».
Estas declaraciones no disipan la impresión de una marcha no querida por el jugador, quien habló brevemente y de manera muy escueta.
«A los que hemos tenido alguna discrepancia, lo siento de verdad. Me quedo con lo bueno y con los mejores momentos y con los títulos ganados», reconoció.
La Saeta Rubia
Pareciera que mientras más poderoso sea el jefe más le cuesta despedir con urbanidad a los ídolos. Es como si le molestara compartir la gloria con un profesional que, si bien es un empleado, también es un referente histórico.
Alfredo Di Stéfano es considerado un «mito» por el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez,
El confidente es Raimundo Saporta; el héroe es Alfredo Di Stéfano; el presidente es Santiago Bernabéu. Corría el año 1964.
Bernabéu siempre dijo que el club quería retener a su héroe. Que el se fue porque quiso.
Florentino Pérez, el actual presidente, siempre lamentó esa despedida tan poco elegante de su ídolo juvenil y tuvo el buen gusto de hacerlo presidente honorario del club, una distinción que complacía mucho a La Saeta Rubia.
San Iker
Desde el punto de vista administrativo, Pérez (igual que Bernabéu en 1964) puede decir que en el caso de Casillas ha defendido los intereses del club: los ídolos, como cualquier otro, tienen fecha de vencimiento y deben renovarse.
Iker dejó al Real Madrid para fichar por el Oporto de Portugal.
Una parte importante o por lo menos bulliciosa de la afición madridista comparte este punto de vista y también le reprocha al portero su influencia disgregadora y hasta su «traición» como presunto «topo» o soplón del periodismo.
Pero los admiradores de Casillas, que son mucho más numerosos, creerán que el jefe vuelve a traicionar al héroe.
Casillas no se quejará públicamente (en estos casos es habitual comprometerse por escrito a no hacer afirmaciones que menoscaben los intereses de la otra parte), aunque sus padres han hecho declaraciones estrepitosas.
Casillas debutó en el primer equipo del Real Madrid en la temporada 1999-2000, después de haber llegado al club cuando tenía nueve años.
«La campaña de desprestigio contra nuestro hijo la ha orquestado Florentino con el apoyo de varios periodistas y medios que llevan dándole palos desde 2010», dijo José Luis Casillas al diario El Mundo.
«Este presidente nunca le ha querido porque [Iker] es bajito», dijo Mari Carmen Casillas. «A él le gustan los altos. Estaba obsesionado con traer a Buffon.
Mi Iker ha aguantado lo que no está escrito, ha soportado una presión psicológica, se le ha dado un trato diferente. Se le ha vilipendiado estos cinco años. Ha sido todo muy injusto y le ha pasado factura a nivel anímico».
Sus espectaculares actuaciones le valieron el apodo de «San Iker», algo que trasladó a la selección española con la que ganó un Mundial y dos Eurocopas.
Conviene señalar que Casillas y sus padres están distanciados y al parecer no se hablan, debido a diferencias sobre la administración de ciertas propiedades.
De cualquier forma, el portero no pondría en boca de su madre la descalificación del Oporto como «club de segunda B», o en la de su padre que solo quiere que «le asesoren bien para que no acabe fregando urinarios como ese campeón del mundo (Andreas Brehme) o arruinado como Vítor Bahía».
Muchos comparan la salida de Iker Casillas con las que recibieron algunos jugadores del Barcelona, como Carles Puyol y Xavi Hernández, uno de sus grandes amigos.
Aún así es lógico suponer que comparte la opinión de sus padres sobre «la campaña de desprestigio», que muchos observadores, entre ellos el periodista Alfredo Relaño, director del Diario As (y coautor de la autobiografía de Di Stefano), atribuyen a la acción de José Mourinho, «cuyos influjos fétidos aún flotan por el estadio», con la autorización o instigación del presidente.
La desmitificación del héroe sigue caminos misteriosos. En el caso de Casillas la «campaña de desprestigio» sólo comenzó a tener éxito cuando el héroe mostró signos de que era un mortal como cualquier otro: cada error (de fútbol) bajo los palos era una prueba más de los defectos (morales) que le reprochaban.