El domingo 26 de enero, Estados Unidos y Colombia, estuvieron en la antesala del inicio de una guerra comercial. Algo inédito entre el gobierno norteamericano y su principal aliado en la región latinoamericana en los últimos 40 años. Obvio, este affair no hubiese pasado si otras personalidades políticas estuvieran al timón de los Estados colombiano y norteamericano. Pero, los presidentes Trump y Petro, a pesar de estar en las antípodas ideológicas, son similares en términos de marcas políticas combativas. Fuera del tema comunicacional de la crisis comercial evitada, que han dejado una fricción en la relación colombo-estadounidense, es importante extraer lecciones de este evento, en especial, para la República Dominicana, que, por razones geopolíticas y geoeconómicas, debe mirarse en el espejo colombiano. En ese tenor, vamos analizar los motivos trumpianos en el contexto actual de la política estadounidense, el daño que Colombia (por lo menos por el momento) evitó a nivel comercial y financiero, y terminaremos con lo que entendemos son tres lecciones que la República Dominicana puede aprender y aplicar para los próximos cuatro años.
El presidente Trump es una figura política no convencional, pero ahora limitado para otra reelección por la Constitución norteamericana, tiene prisa de dejar un legado que cambie la correlación de fuerzas políticas a lo interno de Estados Unidos, e igualmente, las relaciones (especialmente comerciales) con una buena parte del mundo. Usualmente, en la época moderna, sin importar que sea un demócrata o republicano el inquilino de la Casa Blanca, los temas de seguridad y comercio se manejaban hasta cierto punto separados. En el caso de Trump, su fijación con la materia migratoria, y su obsesión de lograr un reajuste estructural de los flujos migratorios hacia Estados Unidos, esencialmente bloqueándolos en la frontera sur con México, lo llevan a utilizar todas las herramientas a su disposición para lograr sus objetivos políticos a nivel doméstico y con efecto inmediato. Es importante destacar que la posición de Trump va en consonancia con los temas más importantes de su ampliada base electoral, que tenía a la economía (93%) y el tema migratorio (83%), como los temas más importantes para los electores que votaron por el actual presidente norteamericano.
Ante la duda de si el congreso de Estados Unidos pudiera limitar el poder del presidente Trump para imponer sanciones comerciales, la respuesta es un rotundo no. En efecto, Trump no necesita modificaciones legislativas para avanzar sus objetivos migratorios utilizando herramientas comerciales, como la amenaza de tarifas contra Colombia, así como también, contra México, Canadá, y China, para mencionar los casos más recientes. Trump tiene a su disposición un repertorio legal extraordinario ya existente, en particular: 1) La Sección 232 de la Trade Expansion Act de 1962, que le permite al presidente imponer tarifas si la seguridad nacional está amenazada; 2) La Sección 301 de la Trade Act de 1974, que permite la imposición de tarifas si el presidente determina que un país extranjero de manera injustificada restringe el comercio de bienes proveniente de Estados Unidos; 3) La Sección 338 de la Tariff Act de 1930, que permite al presidente imponer hasta 50% de tarifas en bienes si se determina que un país esté usando prácticas comerciales injustas contra Estados Unidos; 4) La Sección 122 de la Trade Act de 1974, que permite al presidente imponer hasta 15% en tarifas a importaciones por 150 días en caso que exista un serio y grande déficit comercial en la balanza de pagos de Estados Unidos con otras naciones o para prevenir una inminente y significativa depreciación del dólar en los mercados monetarios; y por último, 5) La Sección 203 de la International Emergency Economic Powers Act, que permite la imposición de tarifas frente a todas las importaciones de un país determinado durante una guerra o emergencia. Para esta última, el presidente de Estados Unidos solo tiene que declarar una emergencia vía una orden ejecutiva, algo que Trump amenazó con hacer en 2019 contra México, alegando el masivo flujo migratorio ilegal. La amenaza de Trump resultó en un acuerdo migratorio entre ambos países, por lo cual no hubo necesidad de utilizarla. Como se puede observar, solo en base a este repertorio, la administración Trump puede generar grandes tensiones comerciales y asestar golpes fatales a economías con alta dependencia del mercado norteamericano.
Los Estados latinoamericanos deben tomar en cuenta también que Trump 2.0 tiene una influencia superior al Trump 1.0 respecto al Partido Republicano, y al Congreso norteamericano. En efecto, la gran mayoría (58%) de la matrícula republicana en el Congreso han resultado electos a partir del primer mandato de Trump y, por consiguiente, los republicanos en el poder legislativo están tratando de ser a veces más “trumpista” que el propio Trump. Para muestra, solo basta ver los comentarios y apoyo a favor de la posición del presidente estadounidense respecto a Colombia, del flamante senador de Ohio, de origen colombiano por cierto, el senador Bernie Moreno. Igualmente, conspicuos legisladores de origen hispano en la Cámara de Representantes, tales como el Rep.Carlos Gimenez o la Rep.María Elvira Salazar. En adición, del lado demócrata, luego de la apabullante derrota el pasado noviembre, prácticamente la oposición es inexistente, ya que los Demócratas están en un proceso de reconstrucción en aras de tratar de tomar de nuevo la Cámara de Representantes en el 2026, y lograr presentar ofertas viables a un electorado norteamericano que ha visto un cambio estructural a favor del Partido Republicano.
Ese es el contexto político interno favorable a Trump que el presidente Petro se enfrentó de forma apresurada, y sin medir, seriamente, sus amenazas por X, alegando la soberanía colombiana. Los protocolos de regreso de migrantes en estatus irregular no ameritaban generar incertidumbre con potenciales devastadoras consecuencias contra la economía colombiana y su pueblo en general. En efecto, antes de hacer juicios románticos, como han hecho de manera oportunista sectores de izquierda en América Latina, respecto a la posición del presidente Petro, solo basta preguntarse que hubiese pasado si una amenaza de 25-50% de tarifas a productos colombianos se hubiese materializado. Veamos una fotografía del momento de la economía colombiana, para entender la posición de ese gran país respecto a la economía norteamericana, y en base a eso, sea usted el jurado del “leverage” que tendría el presidente Petro ante una guerra comercial frente a Estados Unidos.
Estados Unidos es el principal socio comercial de Colombia. Al 2023, el 27% de las exportaciones colombianas fueron destinadas hacia los Estados Unidos. De enero a noviembre de 2024, Colombia exportó hacia Estados Unidos US$13,100 millones (29% del total de las exportaciones). Más aún, Colombia exportó US$4,200 millones de petróleo y sus derivados en ese período (el 32% del total de exportaciones hacia Estados Unidos). Prácticamente, bajo cualquier métrica que se midan las exportaciones colombianas, en valor y volumen, Estados Unidos está en el primer lugar. En términos de inversión extranjera directa (IED), Estados Unidos es el principal país de origen de la IED que recibe Colombia. Tan solo en el tercer trimestre de 2024, Colombia recibió US$1,373 millones, seguido de España con US$470 millones. El valor de las remesas en Colombia ha incrementado en la última década, representando el 2.8% del PIB en el 2024, comparado con el 1.1% alrededor del 2010. La gran mayoría de esas remesas provienen desde Estados Unidos, donde el 45% de la diáspora colombiana reside. No hay que ser economista ni futurólogo para entender que, ante este contexto, las represalias económicas anunciadas por la administración Trump contra Colombia, si se hubiesen impuesto, una hecatombe político-social era lo que le esperaba a la patria del Libertador. Asimismo, el presidente Petro iba enfrentar una crisis de gobernabilidad sin parangón, en adición, a los problemas políticos-legales con los cuales está lidiando actualmente.
Visto este cuadro, vale la pena preguntarse: ¿Qué lecciones puede extraer la República Dominicana del affair Petro-Trump, tomando en cuenta que los niveles de dependencia económica del país respecto a Estados Unidos son mayores vis a vis Colombia? A nuestro juicio, tres lecciones valiosas se pueden extraer y aplicar en las relaciones dominico-estadounidense:
- La República Dominicana debe tener claro cuales son los ejes principales de su política exterior respecto a la política exterior norteamericana, y trabajar en base a ellos. Fundamentalmente, son cinco ejes que deben estar en la agenda bilateral: i) Flujos migratorios; ii) Crisis estructural en Haití; iii) Narcotráfico y seguridad en la Cuenca del Caribe; iv) Relaciones comerciales; y v) El avance y presencia de China en América Latina y el Caribe.
- La diplomacia respecto a la nueva administración Trump no puede ser reactiva, sino proactiva, sin necesidad de adoptar una posición confrontacional, sino de diálogo franco y constante, en especial, con el nuevo enviado de la Casa Blanca para América Latina y el Caribe, Mauricio Claver Carone , quien goza de la confianza tanto del secretario de Estado Rubio y el presidente Trump. Claver Carone fue el actor clave para solventar una potencial crisis económico-comercial en Colombia, ergo, un canal directo con él debe ser prioritario para la República Dominicana ante posibles crisis que surjan en los próximos años, en especial, respecto a Haití.
- Necesidad de resaltar la importancia de la relación comercial bilateral, poniendo el eje central de todos los esfuerzos diplomáticos con la nueva administración de Trump, en los aspectos relativos a inversiones y flujos comerciales. En ese tenor, es imprescindible estrechar los vínculos con la delegación política de la Florida, que es actualmente la más poderosa en Washington. Es importante destacar, que la Florida, y en especial, Miami, tiene una excelente relación comercial con la República Dominicana, siendo el país el principal destino de las exportaciones de Miami (en octubre de 2024, Miami exportó US$147 millones, mientras RD exportó US$183 a dicha ciudad, solo superado por China con US$241 millones).
La República Dominicana estará lidiando con turbulentas aguas internacionales en los próximos años. Por el valor geoestratégico del país, el gobierno con una visión clara respecto a cómo conducir su política exterior y su economía, y combinando de forma estratégica el derecho internacional público, las relaciones comerciales, y la realpolitik, puede salir adelante. Para evitar sustos o problemas innecesarios, ojalá la administración del presidente Abinader se vea claramente en el espejo del affair Petro-Trump, de lo contrario, es mejor que estemos preparados. En estos tiempos, la política internacional es como el Padrino de Mario Puzo y Francis Ford Coppola: “No es nada personal, es estrictamente de negocios.”