El alcoholismo del adulto mayor

El alcoholismo del adulto mayor

José Miguel Gómez

Cada día aumenta el consumo, la dependencia y los trastornos psicoemocionales producto del alcoholismo en las personas mayores de 65 años. Cada persona tiene un historial personal diferente sobre la modalidad, patrón y causas que le llevan a la dependencia del alcohol.
Algunos confrontan una vulnerabilidad genética y ambiental de patrones predisponentes a las adicciones. Otros empezaron a edad temprana con un consumo esporádico, experimental, recreativo o social; pero su consumo de alcohol se fue haciendo impulsivo, hasta llegar a la dependencia. Sin embargo, diferentes estudios hablan de la dependencia y alcoholismo en personas después de los 60 años que no tenían historia de bebedores habituales o impulsivos; sino, que diferentes variables e indicadores no identificados por los adultos mayores les induce al consumo impulsivo del alcohol pudiendo llegar a las adicciones.
Entre las diferentes causas se encuentran: el divorcio o la viudez, dos circunstancias que suelen cambiar la conducta psicoemocional y social, que origina escapismo, desahogo o inadaptación, pero además, refugio en el alcohol, el tabaco, los juegos y la búsqueda de espacios donde se suele tomar alcohol. Otro indicador puede ser la jubilación; no todos los adultos mayores gerencian o se preparan para el retiro laboral, debido a que no saben qué hacer con el tiempo y los espacios libres de que disponen. No saben en qué invertirlos, o cómo continuar siendo útil, activo, productivo o creativo para reorganizar su tiempo, sus finanzas, el ocio, etc, teniendo que refugiarse en el consumo habitual del alcohol.
Ahora se está planteando la soledad como uno de los indicadores sociales que lleva a cientos de adultos, hombres y mujeres, a consumir alcohol ya sea en sus casas o en actividades de juegos, o en encuentros sociales. Donde suelen tener comorbilidad con episodios depresivos, insomnio, ansiedad, dolores crónicos etc.
Otras causales de alcoholismo son: los conflictos de pareja, la insatisfacción marital, las desavenencias familiares y el desamor, situaciones que movilizan a los adultos mayores al uso impulsivo de tabaquismo, alcohol, y de ansiolíticos. En el peor de los casos, otros adultos se habitúan al consumo de marihuana, cocaína o anfetaminas y heroína.
Diferentes estudios sobre las nuevas modalidades del uso y abuso de alcohol en personas adultas, explican como las disfunciones y los cambios en las respuesta sexual, más las enfermedades crónicas no transmisibles y, la sobremedicación, se convierten en causales del alcoholismo, no identificadas por el adulto mayor.
En todos los países ha aumentado el consumo de alcohol, los juegos compulsivos y las adicciones comportamentales. Los cambios rápidos de la tecnología, la economía, la cultura y la prisa con que suceden estos acontecimientos, los adultos mayores no logran comprenderlos, asimilarlos, adaptarse y ser reflexivos para adoptar respuestas funcionales, adaptativas y bien gerenciadas. A cientos de adultos estos cambios les producen frustraciones, impotencias e insatisfacciones con su entorno y espacio de predibilidad en que socializa.
Esas diferentes causales son las que originan los nuevos hábitos, conductas, la pérdida de habilidades y destrezas del adulto; pero también, son las que originan el desenfoque, la despersonalización y los procesos inadaptivos de un adulto mayor que se va quedando sin respuestas a los cambios que van surgiendo, a las pérdidas, los desapegos, las muertes de amigos, vecinos y familiares que por muchos años le sirvieron de factor protector.
Ahora, después de los 65 años, sienten que todo ha cambiado; la familia, la pareja, el trabajo, los amigos, los espacios que por muchos años construyó. El poder asimilar de forma inteligente estos cambios para darle una respuesta adaptativa, creativa, funcional y con sentido de utilidad, es el desafío del adulto mayor.
La esperanza de vida va seguir aumentando, le corresponde a cada adulto mayor de forma personalizada organizar su vida de forma integral para continuar armonizado, respetado y con dignidad; pero sobre todo, gerenciando una vida útil, oxigenante, nutriente y valorativa en todas las áreas.
El alcoholismo y el deterioro de las funciones ejecutivas del cerebro, las alteraciones del comportamiento y la falta de asertividad del adulto mayor hablan de la disfuncionalidad, de la ausencia de una vida con propósito para lograr el bienestar y la felicidad.

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