El altruismo y empatía en la escuela

El altruismo y empatía en la escuela

La escuela es el segundo espacio para el desarrollo sano. El primero lo construye la familia. Ambos, familia y escuela, son dos factores protectores que evitan o te ayudan a gestionar o minimizar los riesgos. Sin embargo, el contexto social y cultural va forjando el carácter, las habilidades y destreza, a través de la socialización con los demás, formando la personalidad.
En la psicología animal se puede observar cómo los monos, ovejas y ballenas cuidan, protegen y trabajan el altruismo cuando se avecina el peligro. Altruismo y empatía son dos actitudes emocionales positivas que están en nuestro cerebro, y que debemos practicar, debido a que son dos conductas pro-sociales que nos enseñan a ser mejores personas. El altruismo es una conducta pro-social que funciona para ayudar a la otra persona a través de la compasión, la solidaridad, el amor, la empatía y cultura del buen trato. Cuando en la escuela se le enseña a los estudiantes a compartir el conocimiento con los demás, a ayudar a los que tienen deficiencia en algunas materias o limitaciones para las relaciones interpersonales y grupales; pero también, en aquellos alumnos que poseen falta de habilidades para los deportes, la cultura, etc. El trabajar en los alumnos el altruismo como modificación de conducta para lograr un ser humano menos violento, menos agresivo, menos irritable y menos conflictivo. El bulling, la necesidad de pertenecer a un grupo, sentirse aceptado y validado en la escuela, darse a sentir, buscar notoriedad, dar de qué hablar, ya sea de forma negativa, son conductas propias de muchos adolescentes. Si en las tandas extendidas se trabaja el tiempo libre o la deambulación sin propósito que tienen dentro de la escuela, para revertirlo de forma positiva y funcional con programa de prevención: resiliencia social, jóvenes líderes saludables y responsables, música, cultura, actitudes emocionales positivas, manejo del conflicto, altruismo social y empatía, se puede medir los resultados en tres a seis meses, logrando una mejoría conductual de los niños, adolescentes y jóvenes tempranos. Poner en práctica estos programas de modificación conductual, como programas pilotos en algunas escuelas para medir resultados con psicólogos, orientadores y con un sistema de referencia a los centros de salud mental; con maestros y padres para tratar los estudiantes que tienen riesgos psico-conductuales y emocionales: mal manejo de la ira, cambios de humor, depresión, trastorno de ansiedad social, trastorno disocial de la conducta, impulsividad e intolerancia, historias de maltratos psico-emocionales y sexuales, etc.
Ahora se impone una escuela en capacidad de establecer diagnóstico psico-social y de modelo de prevención al riesgo. Pienso que es mejor tener un estudiante con inteligencia emocional y social, para una cultura de paz, del trátame bien, de altruismo y convivencia a la diversidad, que obtener las mejores calificaciones.
Por otro lado, estudiantes y maestros que vivan la empatía, que aprendan la habilidad de ponerse en lugar del otro, a ser más cooperador, más afectivo, a entender el sufrimiento ajeno, el dolor, las limitaciones y las frustraciones, para aprender acompañarlo e influenciarlo de forma positiva para que sean mejores personas.
Es vital trabajar las conductas pro-sociales en sociedades violentas, desiguales, estresadas y riesgosas. Existen métodos de modificación de conductas grupales que ayudan a los propios estudiantes a pensar en las consecuencias, a ponerse límites, a posponer el conflicto, gestionar o minimizar los riesgos y las conductas riesgosas. El maestro de estos tiempos socializa la crisis de identidad, del síndrome del profesional quemado (El Burnot), la depresión, el trastorno de ansiedad, la fatiga crónica, el estrés, las crisis maritales y familiares. Se impone en maestros y estudiantes trabajar la resiliencia social, el altruismo y empatía. Salvar la escuela es un proceso multi-factorial e interdisciplinario de sostenibilidad; para modificar la mentalidad, la conducta y visión institucional de una escuela que muere por la falta de vocación, de propósito de vida, de medio para trascender y formar personas, motivarlas y enseñarles a persistir, insistir y resistir, para ser diferente. El salario, el edificio, la tecnología son lo tangible. El altruismo, la empatía, la resiliencia y los valores son lo intangible, lo que de verdad se queda y fortalece el espíritu, el carácter y modula el sistema de creencia para obtener buenos resultados y buenos comportamientos.

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