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El análisis estratégico consiste en el examen sistemático de los factores y potencialidades que ofrece la realidad social de que se trata, con vista a definir y descubrir primero los problemas que se tratan de solucionar o controlar, con relación a las necesidades y aspiraciones políticas; y a partir de éstas, establecer los objetivos a corto, mediano y largo plazos, así como los medios que se escogerán.
En esa fase pueden redefinirse los objetivos, particularmente los parciales y los intermedios, así como los medios para alcanzarlos con el fin de ajustarlos a las posibilidades concretas de la coyuntura vigente, y de las que puedan preverse para el futuro.
En ese análisis estratégico deben considerarse siete aspectos bien definidos, a saber:
a) El estudio de las variables del contexto.
b) El estudio de las variables propias del proceso.
c) La exploración de estrategias posibles
d) La evaluación de estrategias alternativas.
e) La relación de costos-beneficios posibles.
f) La selección final de la estrategia.
g) La corrección de la estrategia.
Las variables del contexto incluyen los fenómenos y circunstancias del ambiente físico o social que no podemos controlar o que suponen dificultades para cambiar o predecir; aunque podemos conjeturar algunas de sus consecuencias. Las variaciones en el clima y las catástrofes naturales, la situación económica y social general, las características culturales y del liderazgo prevalecientes, los intereses, aspiraciones y temores de la población, el panorama mundial y regional, el clima de confianza o desconfianza, etc., pueden estimular o desincentivar de objetivos, alianzas, recursos y acciones, dependiendo de las circunstancias de éstas.
El estudio de las variables propias del proceso o situación supone la diferenciación de las características, intereses y presiones a que están sujetos las fuerzas o actores que intervienen en la dinámica socio-política de la sociedad, particularmente las más importantes: partidos, organizaciones sociales, grupos de presión, poderes del estados o fácticos, etc. También los rasgos psicosociales de los líderes de esos sectores (motivaciones, deseos, temores y habilidades políticas, etc.,); la correlación de las fuerzas que interactúan y la diferenciación u objetivación en que pueden manifestarse cada una de las seis grandes clases de estrategias: de autoridad, cooptación, negación, confrontación, disuasión y guerra.
Exploración de las estrategias posibles es la parte más crítica del análisis estratégico. Gran parte de esa tarea gira en torno a las preguntas: ¿para qué? ¿Con quienes? Y ¿con qué posibilidades?, las cuáles permiten orientar la evaluación crítica de las estrategias alternativas.