No existe ser humano alguno en la faz de la tierra que no haya notado como su vida cambió este año; el año 2020 es lo más parecido al tan anunciado fin del mundo de las bocinas apocalípticas. La pandemia bautizada como Covid-19, que vimos expandirse desde China hasta el rincón más recóndito de nuestro planeta, descolocó al pobre y lo propio hizo con el rico. Este año que está a punto de finalizar dejó una huella imborrable para los habitantes del planeta tierra. ¿Acaso sería bueno olvidar este año?
Los optimistas, en los cuales yo me inscribo , los que están convencidos de que hasta de la mayor de las desgracias uno aprende algo positivo , y aunque parezca un sinsentido , dentro de “las desgracias” siempre se esconde una lección , que la aprendemos o no según nuestra manera de afrontar las dificultades . Por ejemplo , este año aprendí que debo asistir a todos los cumpleaños de mis familiares y amigos ; aprendí que un abrazo de la gente que te quiere vale mucho ; aprendí a valorar el tiempo de los demás cuando deciden estar conmigo (espero que ya no usemos los celulares mientras esa persona está en frente nuestro); aprendí a ver a todo el mundo usando mascarillas hasta debajo del agua y sobrevivir; aprendí que la mayor muestra de confianza entre dos personas es sentarse juntos sin usar mascarillas ; aprendí que estar de “lejitos” de la gente es un acto de sacrificio necesario , para mí y para los demás ; aprendí que siempre es posible estar peor , pero también aprendí que los seres humanos, juntos somos capaces de vencer cualquier adversidad ; aprendí que todos somos algo insignificante en términos materiales , pero que somos “el final” cuando nos proponemos salir adelante . Este año vi gente enfermarse , vi gente recuperarse , vi gente morir , vi gente llorar por la muerte de un ser querido , vi gente que no pudo velar de la manera de siempre a ese ser querido , este año vi tantas cosas que nunca vi , que irremediablemente tuve que aprender mi nueva realidad y desaprender mi vieja realidad .
De modo que , estoy seguro que para mucha gente este fue el año de la lecciones aprendidas , y el que no aprendió y sacó algo positivo de todo esto , simplemente ya está muerto hace tiempo , no lo mató la Covid-19 , lo mató la vida…
Hay un dicho tibetano que dice así: “La tragedia debe ser utilizada como una fuente de fortaleza”.
No importa la dificultad que estemos pasando, ni cuan dolorosa sea la experiencia, no debemos perder la esperanza en futuro mejor.