En “El sentido de una política” Peña Batlle enfatizó la inferioridad educacional y racial de los haitianos, así como la alta tasa de crecimiento de su población, por lo que no se les debería permitir que cruzas en la frontera.
El artículo de Hernández Franco apoya a Peña Batlle en sus pronunciamientos explicando por qué los haitianos se sentían impelidos a cruzar la frontera y las razones por las cuales no convenía su presencia.
Sánchez y Sánchez también aludió a la inferioridad racial del haitiano, su afán por no trabajar y la alta tasa de crecimiento de su población, proponiendo que migrasen a África bajo auspicio internacional.
Joaquín Balaguer en el libro “La realidad dominicana” hizo un análisis histórico de las relaciones entre los dos países, aunque en ningún momento citó la matanza de 1937.
Atribuyó a Trujillo el haber dado carácter de nación a su país y defendió la dominicanización de la frontera, al impedir el paso de haitianos por ella. Enfatizó el rápido crecimiento de la población haitiana debido a su bajo nivel de vida y cultura.
Su exceso de población, unido a lo reducido de su territorio, amenazaban a los dominicanos y tan solo su desarrollo económico reduciría ese peligro.
Criticó el “vudú” y su popularidad del lado dominicano de la frontera antes del advenimiento de Trujillo al poder, lo que había puesto en peligro el tradicional catolicismo de los dominicanos.
Consideró al negro haitiano como “tarado”, sucio y lleno de enfermedades transmisibles, en contraste con los “blancos dominicanos de Baní y Jánico”. Planteó que el haitiano era holgazán a pesar a de su resistencia física.
Criticó a los braceros por quitarle empleo a los dominicanos y consideró que en Haití existía un fuerte racismo.
Si los dominicanos no actuaban la isla llegaría a estar controlada por los haitianos, sería “indivisible”, pues el más prolífico absorbería al más débil.
Alegó que Trujillo logró impedir ese peligro y por eso los dominicanos podían subsistir como pueblo español y cristiano. Planteó que el principal problema dominicano era el de la raza.
En su carta a la prensa colombiana, Balaguer explicó que Trujillo era necesario, porque sin su obra el país desaparecería como nación de origen hispano y cristiano. Mencionó lo pequeño del territorio haitiano, su gran población y su alta fecundidad.
El país se estuvo haitianizando, el vudú se estuvo expandiendo y la moneda haitiana había reemplazado a la dominicana en los mercados.
El campesino, influenciado por los haitianos, había adoptado costumbres no cristianas, como las uniones incestuosas, sobre todo cerca de la frontera.
La matanza de 1937 había sido una acción defensiva de los campesinos contra robos. Trujillo tenía que continuar en el poder para enfrentar el problema haitiano mientras este persistiese, para así garantizar la supervivencia de los dominicanos como nación católica.
En su carta al cubano Mañach, Peña Batlle explicó que debido al problema haitiano nuestro país no podía darse el lujo de tener un gobierno democrático. También citó el gran tamaño de la población haitiana y su alto crecimiento dentro de un pequeño territorio, sin capa vegetal.
Nótese como, con excepción de la sugerencia de Sánchez y Sánchez de una migración a África, todos los otros textos son bastante homogéneos en su análisis y también en sus prejuicios. Era la “línea oficial”, típica de una dictadura. Esa línea oficial hasta abarcó a la literatura con por lo menos tres novelas.
Ochenta años después es útil analizar los argumentos anti haitianos de los intelectuales dominicanos de esa época.
Balaguer en su libro citó que la población haitiana de aquella época era de unos tres millones en comparación con los 1.9 millones de dominicanos, es decir que la haitiana excedía a la dominicana en un 58%.
Dada la mayor fecundidad de los haitianos Balaguer preveía que la diferencia entre las dos poblaciones sería cada vez mayor, constituyendo así una gran amenaza para los dominicanos.
Sin embargo, hoy día la cantidad de dominicanos y haitianos residentes en sus respectivas naciones es probablemente la misma, alrededor de once millones en cada país.
La mucho mayor mortalidad infantil en Haití y la debilidad de sus servicios de salud explican el error en las proyecciones demográficas de los anti haitianos de esa época.
La necesidad de un dictador dominicano. Trujillo desapareció en 1961 pero en ese entonces existía en Haití la dictadura de Duvalier la cual persistió hasta 1986.
Durante esos veinticinco años de democracia en la República Dominicana, o sea un cuarto de siglo, la migración haitiana fue mínima, ya que los militares de los Duvalier se ocupaban de impedir el paso por la frontera.
Consecuentemente, no fue necesario un dictador dominicano para enfrentar el asunto, tan solo se requería de una dictadura en Haití.
El efecto de la migración haitiana sobre la religión y la hispanidad. Una vez desaparecida la dictadura de los Duvalier tuvo lugar un gran éxodo de haitianos hacia nuestro país. Sin embargo, los dominicanos ni practican el “vudú” ni hablan creole.
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Todo lo contrario, el haitiano trata rápidamente de aprender el español y según encuestas hechas entre la población haitiana residente en el país casi todos son cristianos, aunque no necesariamente católicos.
La necesidad de dominicanizar la frontera. Trujillo construyó muchas obras en la frontera, llevó allí a muchos dominicanos y también a sacerdotes católicos extranjeros bajo la premisa de que esa población y obras servirían como impedimento a la penetración haitiana.
En retrospectiva nos hemos dado cuenta que la gran migración ilegal haitiana ha ocurrido por la frontera misma y a pesar de esa presencia de dominicanos. En otras fronteras, como la de Estados Unidos y México, los norteamericanos no han pensado en “americanizar” su frontera y más bien ha optado por construir obstáculos físicos para impedir el cruce ilegal, no barreras culturales.
Costa Rica tampoco ha pensado que la forma de impedir la gran migración indocumentada de nicaragüenses es llevando a sus ciudadanos a vivir a la frontera. Es más, no conocemos de un país que poblando la frontera haya logrado reducir la migración.
La promoción de una migración haitiana hacia África. Hoy día más de un 10% de la población de todas las islas del Caribe, sin excepción, vive fuera de su país, incluyendo por lo menos un 10% de los dominicanos y un 10% de los haitianos. No ha surgido ninguna migración caribeña hacia África.
El haitiano como holgazán. Cualquiera que haya visto trabajando a los haitianos que residen en República Dominicana se dará cuenta que es todo menos un holgazán.
El impacto de la moneda haitiana. Los escritores anti haitianos antes citados planteaban que el gourde había sustituido a la moneda dominicana en los mercados antes de la llegada al poder de Trujillo.
Hoy día, a pesar de tantos haitianos en territorio dominicano y también a pesar de Haití haberse convertido en el segundo mercado más importante de exportación para la República Dominicana, el gourde prácticamente no circula en el país.
Además, este se ha devaluado más con relación al dólar que el peso dominicano.
El peligro de que nuestro país desaparezca como nación. Si la República Dominicana no contase con Trujillo los haitianos entrarían en masa al país y esta desaparecería como nación.
Ese fue uno de los principales argumentos de los anti haitianos durante la Era. Hoy día, sin embargo, es Haití el país que es considerado un “Estado fallido” y que requiere de tutela internacional.