París es una ciudad que siempre mantendrá sus convocatorias de asombro y curiosidad con el arte.
Este año las autoridades francesas apostaron por cumplir con el proyecto del artista conceptual Christo, conocido internacionalmente por la singularidad de sus acciones artísticas y por el propósito filosófico de las mismas.
Llegamos a la capital francesa con el ruido y el asombro internacional y encontramos “El Arco del Triunfo” que corona la estrella de las avenidas más bellas del mundo, como la avenida de los Champs Elysées, la avenida Foch, la Wagram, se impone en el siglo 21, vestido de un traje monumental compuesto de pliegues, de cortes plisados, de cordajes de amarre, sin jamás perder la belleza de su diseño arquitectónico.
Las formas de su silueta, como un modelo de colección de otoño para Saint Laurent, Dior , Balenciaga y Gaultier.
Lo primero, ir subiendo, desde la Plaza de la Concorde, lentamente, bajo las luces orquestadas paso a paso de cada lado de los Campos Elíseos, para ir revelando entendiendo, sintiendo el nuevo cuerpo artístico del monumento que simboliza y precisa la historia de Francia, desde las victorias de Napoleón hasta la memoria del coraje y valor del pueblo francés por su soberanía, durante las dos guerras mundiales.
Referencias que llaman al mayor recogimiento, respeto y orgullo por todos los soldados caídos por la patria.
Mencionar esto importa, porque esta acción artística concebida por Christo toca elementos sagrados de la historia francesa.
Mas, sin embargo, a medida que íbamos subiendo la avenida, el cuerpo monumental vestido de blanco, con efectos de grises metálicos y ocres según la conducción de las luces, generaba una dinámica de alma y vida, de emociones compartidas entre objeto artístico, objeto de arte, plasticidad y estética entre materia firme de piedra, y tela flexible, dominada y llevada a vestir la forma, con una sensualidad y una dinámica que convertía el Arco estático en la victoria de la idea y del concepto sobre la inmovilidad del monumento.
Es, girando y girando por la Plaza de la Estrella, que en el atardecer surgen todas las sutilezas de las luces y hacen de la obra un espectáculo.
Según los ángulos, los carros como en una procesión silenciosa, van bajando su velocidad y poco a poco se van revelando todos los aspectos que resultan del pliegue y del amarre.
A partir de ese momento penetramos en la anatomía del trabajo conceptual y artístico de Christo y, en el mismo centro del Arco ya a pie, alzando la mirada, se impone un vértigo nuevo que genera la composición interna de la intervención.
Nos vino el recuerdo del artista y de su misma historia.
Nació con pensamiento y sentimientos libres en pleno estalinismo en Bulgaria, dónde recibió una excelente formación académica en la Escuela de Bellas Artes de Sofía.
Nunca pudo aceptar las exigencias del realismo socialista ni su condicionamiento del pensamiento, pero su concepto artístico nace en ese mismo contexto, cuando para recibir unas delegaciones internacionales, las autoridades estalinistas de entonces le piden ir a “forrar, tapar, esconder, ocultar” con lonas, los tractores viejos, las granjas vacías, para que los visitantes se lleven una buena impresión del socialismo.
Es a partir de esta experiencia con la ideología política que Christo se lanza definitivamente en una apropiación estética de libertad de acción y decide exiliarse primero a Viena, Austria y luego en Francia, París, donde encontrará un núcleo intelectual y artístico que pondrá interés en su personalidad artística. Va a compartir unos años el grupo de los “Nouveaux Realistes” (Nuevos Realistas) que se mantienen como un expresión francesa del pop art. Christo frecuenta en los años 60 a César y Arman, pero las tensiones de la guerra fría de los sesenta desarrollará en él una independencia visceral de concepto y pensamiento, alejándose de los manifiestos y de las tertulias, para centrarse en la exclusividad de su obra.
Entiende ,que en New York desarrollará su individualidad de concepto apoyado por su esposa Jeanne -Claude, de origen francés, nacida en Marruecos.
En los años sesenta la gran manzana está habitada por el galerista y coleccionista Castelli, promotor de todos los atrevimientos y apasionado por el arte conceptual.
Sus proyectos son acciones de libertad, con el tiempo, pues no permanecen sedentarios sobre los monumentos que visten, son asimilables en la historia del arte por la memoria y el recuerdo y lo que queda de cada una de sus acciones es su propia historia como proyecto antes de ser obra que permanecerá un tiempo y que quedará sellada en los reportajes fotográficos, en los bocetos del artista, porque su resultado es temporal, pero el concepto universal.
Es indiscutible que la intervención del Reichstag, en Berlín, no tenía ninguna intención política, pero el monumento heredó toda la historia contemporánea de las dos Alemanias, hasta convertirse en un monumento único para una Alemania reconciliada.
Cierto es que Christo ofreció una imagen del Reichstag empacado vestido, como un nuevo regalo y un nuevo concepto de una ciudad como Berlín, cargada de futuro, de seducción, de atracción, resultado del arte capaz de convocar al mundo en su obra.
Ahora bien, se sabe con precisión que Christo nunca aceptó el muro de Berlín y que en 1961, en la rue Visconti de París, por encima del rechazo del proyecto, Christo con sus amigos artistas, el 27 de junio de 1962, en plena noche cerró la calle e instalaron un muro de 89 barriles, obra que atrajo a los parisinos con el mensaje de protesta.
El mensaje tuvo varias interpretaciones, pero esta fue una obra que marcó la esencia conceptual de Christo para luego intervenir el Reichstag.
Después de varias décadas en Estados Unidos su obra única y singular deja huellas profundas en el espacio y en la vida colectiva.
Con la acción del Arco de Triunfo, las autoridades francesas, con expresión de apoyo y simpatía de la pareja presidencial, Francia le devuelve a esta artista los honores merecidos, al montar la acción después de su muerte con un trabajo de una envoltura de 25 centímetros, en tela reciclable de polipropileno, azul plateado, de soga roja también reciclable.
Se expuso desde el 18 de septiembre al 3 de octubre del 2021, al levantarse significativamente la pandemia y sus efectos en Francia.
La sobriedad de la ejecución ofrece al espectador un cuerpo que vive por encima de las piedras del monumento, es como si estuviéramos en una resurrección de uno de los monumentos más emblemáticos de la Historia de Francia.
Resurrección que convoca nuevas generaciones, nuevas memorias y sensaciones, con el efecto íntimo de cada visitante y para ustedes comparto el testimonio de una parisina que participó en la resistencia de la liberación de París, que mirando los pliegues y los amarres desde el centro del Arco expresó: ”Hoy siento la belleza de un duelo en esta obra que conmemora tantos muertos por la libertad, esa libertad que Christo eternizó en sus acciones y yo en la Résistance”….
Pero yo me quedo con ese efecto imborrable para siempre. El Arco del Triunfo nos marca frente a esta pandemia la fuerza de la creatividad, el acompañamiento del arte como convocatoria de paz y renovación.