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Hace unos años, un buen amigo mío -empresario e hijo de un extinto jefe de Estado europeo- tomando un refrigerio en un café de Cap Cana me preguntó; “¿Sabes tú, quién es el hombre más rico del mundo?”. Le contesté rapidito; bueno, pienso que está entre Bill Gates de Microsoft o Carlos Slim de América Móvil. Mi amigo me respondió más rápido todavía, “estás equivocado amigo, es Vladímir Putin”, en ese entonces, Primer Ministro de la Federación Rusa y actual Presidente.
¿Cómo pudo un oscuro coronel de la KGB lograr esa hazaña? Veamos, cuando cayó el Muro de Berlín en 1989 ya Putin tenía cinco años como agente de la KGB en la estación de Berlín del Este. Fue uno de esos oficiales de inteligencia que retornaron a la ex Unión Soviética prácticamente sin trabajo ni futuro. Así las cosas, terminó en las oficinas de la KGB en Leningrado, ciudad que más tarde recobrara su nombre de San Petersburgo.
Así las cosas, la suerte lo unió con su antiguo profesor de Leyes Anatoly A. Sobchak, un reformador que había sido elegido Presidente de la Legislatura de Leningrado. Sobchak calculó, que lo necesitaba para que suavizara las relaciones de ese cuerpo legislativo con la todavía poderosa KGB. Durante ese tiempo, se formó un Comité de Consejeros de la Ciudad para distribuir los contratos municipales, así como, para regular las importaciones e exportaciones con los nuevos empresarios que emergían. El Señor Putin empezó a dirigir ese Comité. Hizo rápidamente, amigos y contactos con el mundo empresarial y como hablaba alemán, les abrió las puertas a sus viejos amigos alemanes que también harían presentes en el mundo de los negocios de la nueva Rusia.
Una institución que recibió apoyo de la municipalidad fue un pequeño Banco que se había formado por iniciativa del Partido Comunista de la ciudad, el Banco Rossiya. Fundado en 1990 cubría las necesidades de la KGB, pero con la caída de la Unión Soviética, se iba a la deriva.
Hasta que en el 1991, el Señor Kovalchuk con un grupo de amigos tomaron un préstamo a un fabricante de zapatos y compraron el Banco.
En 1996, Putin y otros siete hombres de negocios – todos accionistas del Banco Rossiya – formaron una cooperativa para hacer viviendas de verano en la parte noreste de San Petersburgo, llamaron al proyecto Ozero. Todos hicieron sus villas -dachas- y vendieron el proyecto exitosamente. Ahí se reunían los principales hombres de negocios de la nueva Rusia, como Timchenko el experto en comercialización petrolera, el señor Nikolai Shamalov jefe de Siemens de Alemania. Todos ellos, constituyen el círculo íntimo de hombres de negocios de la nueva Rusia. Eran los nuevos “oligarcas”, como llaman ahora allá a los nuevos billonarios.
El golpe de suerte del grupo viene del fracaso de Sobchak cuando pierde las elecciones para la Alcaldía de San Petersburgo en 1996.
Putin tiene entonces un nuevo jefe, el Presidente Boris Yeltsin, que sorpresivamente lo nombró Primer Ministro. La noche de año nuevo del 1999 lo eleva a Presidente provisional. En ese momento, empieza la fiesta del grupo de accionistas que en 1991 formó el Banco Rossiya.
El ascenso de Putin es meteórico, gana las elecciones del 2000 cuando reprime a los separatistas de Chechenia, vuelve y gana las elecciones del 2004. Mientras tanto, el grupo del Banco Rossiya compra devaluados ciertos negocios de Gazprom – empresa dedicada a la explotación y exportación de gas natural – que después son contabilizados por cerca de 60 billones de dólares. Así mismo, adquieren la aseguradora Sogaz por 100 millones, que luego aparece en los libros con una valoración de dos billones de dólares.
El grupo adquiere además, a precio de “vaca muerta” prácticamente todos los canales importantes de televisión y radio del país – lo usan políticamente para apoyar a Putin – para luego relanzarlos con nuevas tecnologías que multiplican su valor capital por más de 300 veces. En fin, la nación está en mano del grupo Rossiya.
Las agencias de inteligencias de gobiernos de países de occidente entienden que ese grupo son en realidad el cajero del Presidente Putin. Pues al fin y al cabo, infinitas cuentas bancarias del Banco y activos de sus accionistas descansan en Bancos y negocios en países occidentales. En mi próxima columna -de aquí a dos semanas-seguiré ampliando como el coronel de la KGB se convirtió en el hombre más rico del planeta.