Explicaba en mi columna de hace dos semanas, de cómo un obscuro coronel de la KGB se convirtió en el hombre más rico del mundo. Cuál fue el proceso de ascensión al poder y cómo, con el apoyo de hombres ordinarios, estructuró negocios “a la occidente” usando como vehículo un pequeño Banco. Escaló así la cima del poder político y económico de la nueva Rusia y, en esa coyuntura, se convirtió en el hombre posiblemente más acaudalado del planeta.
Como expliqué anteriormente, ese banco había sido organizado por la KGB de San Petersburgo para atender las necesidades de esa organización. Cuando la caída de la Unión Soviética en el 1989, fue comprado por el grupo que organizó Putin – él lo niega – tomando un préstamo a un fabricante de zapatos.
Durante los dos primeros gobiernos de Putin, los oligarcas que habían nacido durante el período de Boris Yeltsin de la nueva Rusia fueron desmantelados por el nuevo líder. Los negocios de esos oligarcas en desgracia -algunos en exilios y, otros presos en Siberia- fueron sustituidos por los amigos del nuevo Zar a través del Banco Rossiya. Durante ese tiempo, adquirieron nuevos negocios del Estado Ruso (que el gobierno había retirado su apoyo) a precios de “vaca muerta”.
Tan pronto los nuevos propietarios emergen, se devuelve el apoyo del gobierno a esas empresas.
O sea, dos por uno. Primero, adquieren los negocios de los exiliados en el exterior o presos y, segundo, empiezan el proceso de adquirir nuevos negocios a precios ridículos con el apoyo del Estado Ruso.
Pero ahí no paran los tentáculos del grupo, ahora exportan sus servicios a los países ocupados. Por ejemplo, cuando Putin se anexa Crimea en marzo pasado, un oscuro panel de regulación de Moscú conocido como el Consejo de Mercado, discutió el mercado eléctrico de Crimea y notó que “ese negocito” es equivalente al 2% del PBI de Rusia. Por consiguiente y sin pensarlo dos veces, se nombró al Banco Rossiya intermediario para ejecutar los servicios financieros de esa empresa. Por esa acción, el Banco Rossiya recibirá 100 millones de dólares de comisión anualmente. Imaginen entonces, cuánto está recibiendo por esos servicios similares el Banco Rossiya de la Federación Rusa.
Cuando los países de occidente, el pasado verano empezaron aplicar sanciones económicas a Rusia (y al Banco Rossiya ) – por haberse anexado Crimea e invadir Ucrania, Putin, en un gesto irónico y al mismo tiempo tratando de enviar un mensaje de que él personalmente no tiene intereses en el Banco Rossiya, emitió instrucciones en el sentido que su salario de $ 7,500 dólares mensuales fuese depositado en ese Banco. Esa acción bien calculada, precipitó que todas las instituciones del Estado Ruso imitaran a su jefe y depositaron todos sus cuentas y negocios en ese Banco. Hasta la Flota Naval Rusa en el Mar Negro en el puerto de Sebastopol en la península en Crimea, depositó sus cuentas en esa institución crediticia.
Putin navegó con viento a favor todo el tiempo durante los primeros dos períodos, pues los precios del petróleo y gas natural lo favorecieron. Pero lo que no tenía previsto el Zar, cuando invadió Crimea e Ucrania era que, el precio del petróleo y gas natural se deslizaría casi 60% y, que el rublo se devaluaría casi 50%.
O sea, palo triple en seis meses, las sanciones, la caída del precio de los combustibles y la devaluación del rublo. Y eso es mucho, para un país con una economía del tamaño de la de Italia.
Según Anatoly Aksakov, presidente de la Asociación de Bancos de Rusia, “viene una ola de bancarrotas si no se cortan los intereses bancarios, los intereses deben bajarse hasta 10% en vez de los 17% que cobran ahora”. Ya la agencia de calificación Fitch bajo la clasificación de la deuda externa Rusa. Líneas aéreas importantes están cerrando como Ak Bars Aero. La inflación anual ya ronda el 11.5%. Los Bancos privados necesitan $45 billones de préstamos para poder seguir atendiendo su cartera crediticia más $11.5 billones para cubrir las perdidas que han tenido por la devaluación de la tasa de cambio. Las reservas del Estado se han caído en 25%.
Todas esas calamidades no estaban previstas. Rusia y el Coronel de la KGB han caído en aguas tormentosas y profundas. Este invierno, luce un panorama sombrío para la camarilla del Banco Rossiya.