Leopoldo López anunció su huelga de hambre a través de un vídeo que se filtró desde la prisión militar donde lleva 15 meses retenido. Foto: AP
Caracas, Venezuela. El caso del opositor venezolano Leopoldo López, condenado a más de 13 años de prisión por la violencia desatada tras una protesta en 2014, está llevando a que más países latinoamericanos dejen de ser “no alineados” respecto a Venezuela.
Ya no es tan resonante el silencio con el que los Gobiernos que no son aliados formales de Venezuela suelen responder a medidas tomadas por el presidente Nicolás Maduro u otros poderes venezolanos que son denunciadas como violaciones de los derechos humanos por organismos internacionales y la oposición del país caribeño.
El caso de López, que lleva recluido en una celda de una cárcel militar desde febrero de 2014, parece haber sido la gota que ha hecho rebosar el vaso de la defensa a ultranza de la no injerencia, con la que siempre se ha justificado el silencio ante las denuncias.
Ni siquiera la crisis provocada con el cierre de la frontera con Colombia ordenado por Maduro, que ya afecta a la casi totalidad de los pasos terrestres y ha hecho que más de 20.000 colombianos hayan retornado obligados o por propia voluntad a su país, ha generado tantos mensajes de preocupación e incluso de rechazo.