El cava es un vino espumoso que se suele consumir -al igual que el champán- cuando se quiere celebrar por todo lo alto.
Aunque se suele creer que el cava y el champán son diferentes, ambos vinos son espumosos y se elaboran con el método tradicional, diferenciándose básicamente por su zona de procedencia: el cava es español y el champán, francés.
La gran semejanza entre ambos productos es su método de elaboración conocido como “champanoise” o “tradicional”, que consiste en una segunda fermentación del vino base en la propia botella.
Para poder llamarlo “cava” tendrá que estar elaborado con uvas de la “Región del Cava”, conformada por ciento sesenta municipios españoles.
El corazón de la producción del cava se sitúa en la localidad de Sant Sadurní d’Anoia, al sur de Barcelona, donde las bodegas especializadas en su elaboración lo han producido con fines comerciales desde finales del siglo XIX.
Las uvas del cava crecen en gran parte bajo el sol del Mediterráneo, por lo que es una bebida más dulce y tiene un grado alcohólico mayor que el champán.
Es un vino “mono añada”, lo que quiere decir que se obtiene de uvas de una misma vendimia (recolección de la uva).
Crianza. Los cavas, al tratarse de vinos, también tienen crianza. El período mínimo de crianza del cava es de nueve meses. Con un plazo mínimo de 15 meses el cava puede ser etiquetado como “reserva” y como “gran reserva” si ha pasado un mínimo de 30 meses de crianza.
Entre las variedades de uvas que se utilizan para la elaboración del cava están: Macabeo (o Viura), Xarel·-lo, Parellada, Chardonnay, Garnacha tinta, Subirat Parent, Pinot Noir, Monastrell y Trepat, todas cultivadas en España. Estas variedades de uva, solas o combinadas entre ellas, le aportan su marcado carácter a esta bebida espumosa.
Maridaje. El cava es un vino que cuenta con una enorme versatilidad a la hora de maridarlo, va bien con prácticamente todo tipo de platos. Pastas, pescados, carnes, ensaladas, combinan perfectamente con este vino; sin embargo, se debe considerar la variedad del cava, para lograr el maridaje perfecto.
Corcho. Debido a que es una bebida espumante, el corcho es de suma importancia. Se exigen tapones de primera calidad, de corcho espeso, fino e impermeable, y el taponado debe ser completamente hermético, puesto que de su perfección depende la buena conservación del cava, cuya espuma no ha de filtrarse por ningún motivo.
¿Cómo se cata el cava? Según la página web del Institut del Cava, de Barcelona, “Un buen cava ha de ser equilibrado y mantener una perfecta relación grado-acidez y carbónico”.
Especifica que la cata de cava posee ciertos rasgos peculiares determinados por la presencia de gas carbónico, que ofrece una sensación táctil de cosquilleo y potencia los aromas y la acidez.
Para la preparación de la cata del cava es indispensable una buena iluminación, lo que permitirá apreciar la nitidez, la transparencia y los matices del cava.
Dos tipos de copa son imprescindibles para la degustación: copa flauta, para vinos espumosos jóvenes donde predominan los aromas primarios, frescos y afrutados, de levadura, con el carbónico vivo y punzante de evolución rápida.
Copa tipo cáliz o tulipa, para vinos espumosos de mayor crianza, donde se podrá apreciar los aromas de fruta madura, la complejidad del bouquet de crianza, las notas de frutos secos, de tostados y de pastelería, con el carbónico cremoso y bien integrado y de burbuja de lenta evolución.
Se debe tener en cuenta que los restos de jabón tras lavar las copas y los defectos del cristal, afectan a la espuma del cava.
Tipos de cava
El cava se clasifica en función de diferentes criterios: duración de la crianza, el contenido de azúcar y las variedades de uva empleadas en su elaboración.
Vino “mono añada”
Esto quiere decir que se obtiene de las uvas de una misma vendimia.