Los fabricantes de materiales y equipos eléctricos tendrán que batir el cobre para lidiar con los aumentos de precios de esa materia prima, que algunos esperan que se mantendrán por un tiempo, y los consumidores tendrán que cruzar los dedos para que los aumentos de costos de la industria no sean traspasados a los precios finales.
El lunes, el precio del cobre escaló a los 5 dólares la libra, por primera vez en dos años. El precio promedio del cobre en 2023 cerró en US$ 3.84 la libra, equivale a una caída de 3.7% respecto del promedio de 2022.
Muchos en el mercado creen que los nuevos precios podrían mantenerse o subir algo más en los próximos años.
Goldman Sach’s, por ejemplo, estima que el precio del metal subirá a 5.4 dólares la libra el próximo año, dado que a juicio de su estrategia Nicholas Snowdon, el metal está en la ladera de lo que será su “Everest” en los próximos tres a cinco años.
La principal razón del alza es la escasez generada por una baja en la producción de cobre de países productores del metal.
Y la razón son China y la escasez de concentrado de cobre que está sufriendo y el cierre de la mina de Panamá. Y también Chile ha bajado su oferta. El año pasado Chile produjo 5,25 millones de toneladas, una de las cifras más bajas en los últimos 20 años. La multinacional brasileña Vale y Anglo American también ha anunciado menor producción del metal.
Como resultado, un grupo de las fundiciones más importantes de China anunció que reduciría su producción, debido a que los concentrados de cobre, el insumo para su proceso productivo, escasea fuertemente, reduciendo el cobro que realizan por el procesamiento en los cargos de fundición y refinación.
Los precios del cobre han alcanzado los 5 dólares la libra a pesar de que el director ejecutivo del Centro de Estudios del Cobre (CESCO), Jorge Cantallopts, no esperaba que para este año el precio del cobre fuera muy alto. Sí lo espera para 2025.
Aunque la escasez en China de concentrado de cobre se va a extender todo este año, Cantallopts cree que “el mercado se puede ir ajustando, ya sea por menor demanda o porque China decida usar sus reservas estratégicas de cobre”.
Ojalá que su optimismo se cumpla y que el metal no nos lleve a uno de los superciclos de la década de los 60 y del período comprendido entre 2003 y 2013.
En esos períodos el precio promedio de diez años aumentó considerablemente respecto de los años previos.
Esos episodios se caracterizaron por un fuerte incremento de la demanda mundial del metal, impulsada por el elevado crecimiento económico de Japón, EE.UU. y Europa en los 60, y de China en los 2000 —tras la entrada del país asiático a la Organización Mundial de Comercio —, la persistente y significativa depreciación del dólar, y la consecuente alza generalizada en los precios de las materias primas.
Si nos hemos detenido a reflexionar sobre la coyuntura actual en el mercado del cobre es por la importancia de esta materia prima en la construcción y particularmente en el sector eléctrico, dada la condición del cobre de conductor por excelencia de la electricidad, si tomamos en cuenta su bajo costo, con relación a otros conductores, y su eficiencia.
El cobre no falta en nuestros hogares. Está en aparatos eléctricos y conexiones. Los cables conductores de electricidad son de cobre en su mayoría, puesto que es el metal con mayor conductividad, si bien puede aplicarse en ocasiones el aluminio al ser más barato, aunque menos eficiente.
De manera que si se mantienen los precios actuales o aumentan más, no nos sorprendamos si nos dan un pellizco al bolsillo con los precios de materiales y equipos eléctricos, que aspiramos a que, de producirse, no nos cause mucho dolor.