¿Qué pasará en una fila de votantes cuando aparezca una o varias personas tosiendo o estornudando, síntomas visibles y preliminares del paciente contagiado por Covid-19, o Coronavirus? Probablemente, se armará un despelote peor que perseguir al comprador de cédula.
¿Han pensado las autoridades de Salud, la JCE, partidos y la prensa en que estas situaciones podrían producirse y hasta replicarse, y hasta afectar el proceso en determinados lugares? Huelga decir que a los partidos les resulta indiferente tal eventualidad, pues en un proceso febrilmente competitivo su mayor interés es llevar gentes a votar, incluidos enfermos del letal virus.
Para muestra, basta señalar que los delegados políticos y el órgano electoral discutieron y acordaron muchas cosas para reorganizar a contra reloj las votaciones de este 15 de marzo; también el PLD y el PRM se enzarzaron en conversaciones directas sobre el fiscal electoral; ni tocaron el coronavirus. El domingo se ejercerá el sufragio con el voto manual que dilata el proceso, puesto que es un sistema retrógrado más complicado que el automatizado.
Tampoco el ministro de Salud, Rafael Sánchez Cárdenas, nada ha dicho respecto a especificidades para prevenir contagios del coronavirus durante la jornada electoral, que movilizará a millones de votantes en todo el territorio nacional, principalmente en las zonas densamente pobladas caracterizadas por la insalubridad y el hacinamiento, en locales predominantemente cerrados.
Pero el Coronavirus y el esperado informe técnico de la OEA sobre lo ocurrido con el voto automatizado el 16 de febrero, les confieren a las elecciones municipales un entorno interesante. El covid-19 es una pandemia bastante real a escala planetaria, con más de 100 países infestados, casi 5 mil muertes. Mientras, el informe del órgano hemisférico es asignatura pendiente.