Es muy común que se confunda al religioso con el cristiano. Y aunque aparente lo mismo, en verdad no lo es. A propósito de la denominada Semana Santa, comparto lo que Dios me enseñó hace un tiempo mientras visitaba a Israel. Veamos:
La religión es una creencia en Dios de acuerdo con la fe del propio corazón de esa persona, según su ídolo, conveniencia personal, personalidad o cultura.
El cristianismo es una convivencia o una relación de intimidad con Dios a través del Espíritu Santo, reconociendo a Jesucristo, como el único mediador entre Dios y los hombres. (1 Timoteo 2:5). Cristo es el comienzo y el fin de la vida de una persona. Ser cristiano es más que creer. Hasta los demonios creen y tiemblan. (Santiago 2:19) El cristiano es el que tiene una conducta diaria y una actitud continua de obediencia a la palabra de Dios, que es la Biblia. El Verbo se hizo carne. (Juan 1:14) Es un amar a Dios, es un deleitarse continuamente siguiendo su palabra y haciendo su voluntad. No es un peso. El yugo de Jesús es fácil y ligera su carga. (Mateo 11:30).
La religión es un peso, es fruto de una posición humana. Viene de afuera hacia adentro. La ponen y la someten los hombres a otros hombres. El cristianismo es una decisión libre, de corazón, que surge espontáneamente, desde adentro, desde lo profundo del alma, hacia afuera. El cristiano tiene un profundo convencimiento de la verdad, del pecado y de juicio. El que pasa a ser cristiano es porque el Espíritu de Dios lo ha tocado, y ha decidido voluntariamente entregar su corazón a Cristo, porque ha visto y reconocido su condición pecadora. (Juan 16:7-8) Y se arrepiente. Es recibir y andar en Cristo y que Cristo ande en su corazón.
El religioso afirma que cree y afirma que anda en esa creencia, pero de boca, porque este pueblo de labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, dice Jesús en su palabra. (Mateo 15:8 e Isaías 29:13). El cristianismo es una actitud o una disposición sincera del corazón hacia de Dios, y al Señor Jesucristo, por medio del Espíritu Santo. (Hebreos 4:16).
La religión es una concepción basada en traiciones humanas, por mandatos de hombres. Pero ser cristiano es quitar la vieja levadura de malicia y de maldad y celebrar la pascua que es Cristo, con un corazón sincero. (1 corintios 5:8). El cristiano cree en la muerte y en la resurrección de Jesús, y esa fe le abre la puerta del cielo, a todo al que abre su corazón a Jesús y lo sigue, guarda su palabra y hace lo que él manda. El religioso pone su fe en otra cosa, en imágenes o en tradiciones. Y se cierra, lamentablemente, si no se arrepiente, la puerta del reino de los cielos.