El declive del “soft power”en la política de Estados Unidos

El declive del “soft power”en la política de Estados Unidos

Juan Temístocles Montás

En el año 1989, Joseph Nye, reputado académico norteamericano, acuñó el concepto de «soft power» (poder blando) para referirse a la capacidad de un país de incidir en el comportamiento de otro por medios ideológicos y culturales, sin tener que utilizar la fuerza. Nye llegó a expresar:“hoy, la principal fuente de poder en los asuntos internacionales puede encontrarse en persuadir a otras naciones a que consideren como propios nuestros intereses”. “Si yo consigo que tú quieras hacer lo que yo quiero, entonces no tengo que obligarte a hacer lo que tú no quieres hacer”.

Sustentado en esos criterios, Nye insistía en que Estados Unidos tenía que aprender a lograr sus metas por la vía de nuevas fuentes de poder, sin tener que recurrir a instrumentos militares y económicos, que él designaba como «hard power» (poder duro).

Escribió que “el poder blando es la capacidad de obtener lo que uno desea, atrayendo a los demás en lugar de amenazarlos o pagarles. Se basa en la cultura, en ideales políticos y en políticas. Cuando se persuade a los demás a querer lo que uno quiere, no es necesario gastar tanto en zanahorias [poder económico] y garrotes [poder militar] para hacer que avancen en la dirección adecuada”.

Durante muchos años, Estados Unidos hizo uso de «soft power» para crear y promover en el mundo sus valores, su cultura, su excelente sistema educativo y tecnológico, su cine, en fin, su modo de vida.

En mucho sentido el mundo se americanizó. En política exterior, como lo expresa un reciente editorial de La Vanguardia de Barcelona, “los estadounidenses se presentaban al mundo como una diplomacia que no solo velaba por los intereses de su país, sino que era un instrumento para lograr un interés común, facilitando la cooperación”.

Ejemplo claro de la utilización del «soft power» fue acoger estudiantes provenientes de cualquier país del mundo para formarse en universidades norteamericanas, quienes al terminar sus estudios volvían a sus países abanderados del modelo de vida norteamericano.

Trump está cambiando todo eso, poniendo en marcha una política exterior unilateral y aislacionista, criticando ácidamente a sus aliados históricos y poniendo en entredicho todo el sistema de instituciones montado con el apoyo de Estados Unidos a partir de 1945. Muchos de los valores democráticos promovidos durante muchos años por su país hoy están en tela de juicio.

Adicionalmente, Trump acaba de disponer que los estudiantes extranjeros que estén en universidades que no ofrezcan clases presenciales, tienen que dejar el país de inmediato. Esto ocurre en el momento en que China recibe ya más estudiantes de África que Estados Unidos y Reino Unido juntos.

Para Trump,los intereses norteamericanos se defienden con el «hard power». La guerra comercial con China y Europa, los embargos y sanciones a muchos países y la retirada de Estados Unidos de múltiples organismos internacionales, etc., así lo confirman. Por eso, hoy la reputación norteamericana está en tela de juicio.

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