El del poder ¿un peligro? ¿un tesoro?

El del poder ¿un peligro? ¿un tesoro?

Noción de Patria, Mario Benedetti
Cuando resido en este país que no sueña
cuando vivo en esta ciudad sin párpados…
siento que algo me cerca y me oprime
como si una sombra espesa y decisiva
descendiera sobre mí y sobre nosotros
para encubrir a ese alguien que siempre afloja
el viejo detonador de la esperanza.

Cuando vivo en esta ciudad sin lágrimas
que se ha vuelto egoísta de puro generosa
que ha perdido su ánimo sin haberlo gastado
pienso que al fin ha llegado el momento
de decir adiós a algunas presunciones
de alejarse tal vez y hablar otros idiomas
donde la indiferencia sea una palabra obscena….
Miré
admiré
traté de comprender
creo que en buena parte he comprendido
y es estupendo…
Pero ahora no me quedan más excusas
porque se vuelve aquí
siempre se vuelve.
La nostalgia se escurre de los libros
se introduce debajo de la piel
y esta ciudad sin párpados
este país que nunca sueña
de pronto se convierte en el único sitio
donde el aire es mi aire
y la culpa es mi culpa
y en mi cama hay un pozo que es mi pozo
y cuando extiendo el brazo estoy seguro
de la pared que toco o del vacío
y cuando miro el cielo
veo acá mis nubes y allí mi Cruz del Sur
mi alrededor son los ojos de todos
y no me siento al margen
ahora ya sé que no me siento al margen.

Quizá mi única noción de patria
sea esta urgencia de decir Nosotros
quizá mi única noción de patria
sea este regreso al propio desconcierto.

Me encantan los poemas de Mario Benedetti, porque sus inquietudes existenciales expresadas en versos coinciden con las mías. Me encanta su ritmo expositivo, el uso de palabras sencillas para expresar ideas y pensamientos profundos. Y como él, estoy buscando sentido a estos días agitados porque quiero volver a encontrar la esperanza de un mundo mejor.
Los acontecimientos internacionales en estos días me obligan a plantearme muchas preguntas. Celebré la elección de Luis Ignacio Lula Da Silva, el líder de los trabajadores que durante décadas era el símbolo de la esperanza encarnada. Fue electo presidente de Brasil en el año 2003. Logró reelegirse, manteniéndose en el poder hasta el año 2007. Cuando Dilma Rousseff fue electa presidenta se ganó la simpatía y el apoyo de todas las mujeres del mundo. Sus primeras declaraciones diciendo que combatiría la corrupción y a los funcionarios corruptos de manera ejemplar, e incluso serían cancelados hasta con el rumor público. Hoy ambos son cuestionados acusados de corrupción. Incluso los días de la presidenta están contados. La población se ha manifestado pidiendo su renuncia.
En Venezuela el partido oficialista y su presidente, a pesar de su descrédito, de la crisis social y de la falta de abastecimiento de productos esenciales, insisten en permanecer, en defender su discurso rancio y repetitivo; creyendo erradamente que el liderazgo Chávez es hereditario.
Nosotros estamos viviendo la vorágine de un proceso electoral. Ya lo he dicho, el PLD y su candidato se impusieron: renegaron de la no reelección, cambiaron la Constitución de la República, y sobre todo, muchos “dirigentes cuestionados” de su partido por sus actividades non santas siguen en sus actividades como si nada. Mientras, la oposición dividida no crece. El partido oficialista tiene las encuestas a su favor, incluyendo las que tradicionalmente han sido las más predictivas.
Podría seguir enumerando situaciones. Por ejemplo, que Cristina Fernández de Kirchner salió desacreditada del Gobierno, y que su sucesor se ha empeñado en enumerar sus desastres y enrostrarle sus errores. Decir que en Chile Michelle Bachelet, quien subió de nuevo al poder con un aura de éxito y de realizaciones, sin embargo, su familia más cercana fue descubierta en una serie de transacciones en las que primaba la corrupción y el tráfico de influencia.
La pregunta que se impone ¿Qué pasa con el poder? ¿Por qué la mayoría de los que llegan al poder no solo lo disfrutan sino que olvidan las razones por las cuales fueron elegidos? ¿Qué pasa con el poder que la mentira se convierte en verdad, que los farsantes de repente son seres respetables? ¿Qué pasa con el poder que el sentido profundo de la ética no solo se olvida, sino que se pisotea? ¿Qué pasa con el poder?
Podría hacer una reflexión histórica e intelectual, como lo he hecho otras veces. Volver a tomar los libros de George Burdeau que tanto impacto tuvo en mí durante mis años de vida estudiantil en París. Su obra sobre la teoría del Estado y el poder me abrieron los ojos, a través de su lectura descubrí un mundo nuevo. Podría tomar otros autores, buscar nuevos para aprender nuevas teorías, pero no quiero.
Hoy solo soy una ciudadana profundamente inquieta y dolida porque en el proceso electoral la razón se abandona y la sed de poder se acrecienta. Los que están y desean permanecer solo exponen sus logros, sin la más mínima actitud crítica. Los que desean llegar solo ven lo negativo, nada se ha hecho bien. He sido testigo de ver a jóvenes que de las ilusiones iniciales, de las esperanzas llenas de proezas de sus inicios, se han convertido en piezas más del sistema, reproduciendo los mismos esquemas. Su caminar es diferente, ahora lo hacen como si el mundo estuviera a sus pies. Sus ojos ya no miran el suelo, solo el cielo. Sus hombros se mantienen en alto. Su voz cambia. Su vocabulario se ha aumentado con palabras aprendidas sin saber su contenido. Su vestuario es diferente. Atrás quedaron las ropas informales para ser sustituidas por trajes nuevos comprados a plazos. Se reproducen los esquemas. Y yo me enfermo de ver cómo han perdido su inocencia y se ha convertido en fáciles presas del juego del poder. Lo mismo me ha ocurrido con algunas jóvenes mujeres. Y confieso que constar esa realidad me pone muy, muy triste.
¿Qué pasa con el poder que todos lo desean? ¿Qué pasa con el poder que todos se transforman en otros seres?
“El poder tiende a corromper, el poder absoluto corrompe absolutamente…”
Lord Acton

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