En todos los países en que se practica el juego deporte de las carreras de caballos, se le reconoce como el deporte de los reyes, entendemos que ese título se le acredita debido a que fueron los reyes ingleses los que más se preocuparon por el engrandecimiento y auge de ese entretenimiento en las competencias entre ejemplares pura sangre de carrera, el cual se ha convertido en unas de las industrias sin chimeneas más grandes en el mundo entero.
En nuestro país, aunque no está catalogada como una industria, no es menos justo que de esa actividad son varios los miles de personas que sus ingresos depende del espectáculo hípico; de ahí que desde el año de 1944, fecha en que en forma romántica se iniciaron las competencias hípicas, en forma más organizada, hasta el día de hoy el juego deporte de las carreras de caballos ya organizado con todas las reglas que existen en los grandes países, la República Dominicana también tiene su industria sin chimenea, como son las carreras de caballo.
Nuestra hípica tiene que mantenerse sobre viento y marea, ya que quiérase o no son muchos los seguidores del entretenimiento del juego deporte de las carreras de caballos que lo han apoyado durante más de seis décadas, lo que ha permitido que varios miles de personas vivan de ese espectáculo.
También hay que tener en cuenta que son muchos los millones de pesos que se han invertido durante muchos años por los criadores, dueños de establos y por todos los entes que se desenvuelven en ese juego deporte llamado “de los reyes”.
Naturalmente, los tiempos han cambiado y la hípica en nuestro país también ha cambiado, ya que pasó de ser romántica en sus inicios, a ser comercial desde la época del Perla Antillana.