El gobierno y el pueblo dominicanos se han anotado una resonante victoria histórica de trascendencia moral, al lograr de la OEA, culmen de su cuadragésima sexta Asamblea General celebrada en Santo Domingo Primada de América, un gesto unánime de desagravio porque patrocinó el retroceso que significó la invasión militar de Estados Unidos en 1965 para impedir el reordenamiento constitucional de nuestra nación.
Para los desaprensivos que restan méritos a la decisión que compensa el perjuicio causado a los dominicanos, conviene recordarles que los vínculos entrambos son viejos, puesto que constituimos uno de los Estados fundacionales de ese organismo hemisférico, concebido como salvaguarda de la institucionalidad y de los valores democráticos de la región, incluida Cuba.
Pero en 1965, en medio de la guerra civil entre defensores y contrarios del gobierno constitucional del derrocado Presidente Juan Bosch, la OEA, instigada por el Presidente de Estados Unidos, Lyndon B. Johnson, creó la denominada Fuerza Interamericana de Paz (FIP), la cual integró con 42,000 marines estadounidenses y soldados de Brasil, Honduras, Nicaragua, Paraguay y El Salvador, que invadió la República Dominicana hasta mediados de 1966. Esa operación mató, hirió y apresó a centenares de luchadores y civiles, provocó costosos daños materiales y dejó fisuras morales irreparables en la conciencia nacional tras alterar el cauce democrático de nuestro país.
En su declaración de ahora la OEA dice desagraviar al pueblo dominicano por las acciones de abril de 1965, que interrumpieron el proceso de restablecimiento del orden constitucional, expresa condolencias a las familias afectadas y lamenta la pérdida de vidas humanas. Reitera su apego a la Carta Democrática.