Los tiempos de este fruto maravilloso no pueden ser mejores en precios locales y externos con la tonelada pagada fuera a más de $11.200,00 y los productores locales recibiendo sobre los RD$30,000 por quintal. Preocupantemente, la bonanza no se hace visible en las familias de cultivadores dominicanos, generalizadamente pequeños, ni ha conducido a la renovación de plantaciones para garantizar rendimientos que declinan con el tiempo. La productividad sigue en rango bajo y aunque una buena parte del fruto de estas tierras está clasificado para las mejores cotizaciones, si no se cuida la calidad y se extiende la excelencia hacia los plantíos restantes, estas glorias de precios pasarán históricamente sin pena ni gloria. Absurdo, y negador de respaldo a la producción industrializable del campo a pesar de que el 12 de noviembre del 2022 el presidente Luis Abinader declaró por decreto de alto interés nacional el cultivo y exportación “con el propósito de potenciar sus trascendentales aportes sociales, económicos y ambientales para el desarrollo sostenible del país”.
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Ocurre que el cacao es propicio a la reforestación y la recuperación de suelos y por los campos existe la leyenda de que ni los haitianos han podido acabar con él. Si la declaratoria no se hubiera quedado en gesto para ganar simpatías ante los ojos de una nación ansiosa de progreso, miles de familias campesinas de bajos recursos estarían saliendo airosas de este apogeo del aprecio universal por el vegetal que es base del chocolate, derivado presente en todos los rincones del mundo, buenísimo al paladar y saludable. Pero a esa masa rural no se la ha sacado siquiera de su condición marginal de caencia de titulación de sus parcelas, un vacío de documentación que se tiende a creer que está reservada para inmigrantes furtivos. Se trata de 171 mil hectáreas esparcidas por siete regiones del país y holladas mayormente por gente pobre que de cambios favorables no sabe ni una palabra en la era del 5G y en vísperas de que el hombre (y por supuesto la mujer) colonicen a la Luna y a Marte.